Ventana de Formación. Nº4. Enero 2017

EDITORIAL

Desde esta Vocalía de Formación os queremos desear a todos los que conformamos esta gran familia, que es nuestra Hermandad, un Feliz y Venturoso Año Nuevo. Que este año nos sirva a todos para afianzar, aún más si cabe, nuestra Fe y que cada actividad que realicemos, sea cual sea nuestro entorno, laboral, académico, doméstico, etc., la llenemos del Amor con el que Jesús nos regala cada día.

Durante este mes de Enero tendrán lugar varias fiestas en nuestro calendario. El día 1 se celebra la Jornada Mundial de la Paz, a la que haremos una mención especial en esta publicación. El día 6 tendrá lugar la Epifanía del Señor, es decir, lo que para todos debe significar un día de ilusión, la venida de sus Majestades los Reyes Magos de Oriente.

El día 8 se conmemora la festividad del Bautismo del Señor, la cual da paso a un nuevo tiempo litúrgico, el tiempo Ordinario. El bautismo de Jesús, es revelación de la condición mesiánica del Siervo del Señor, sobre el que va a reposar el Espíritu Santo (cf. Is 42, 1-4.6-7: 1ª lect.) y que ha sido ungido con vistas a su misión redentora (cf. Hech 10,34-38: 2ªlect.).

Por último el día 22 celebramos la Jornada de la Infancia Misionera.

Evangelios del mes de enero.

En el primer domingo la lectura del evangelio de Lucas (Lc 2,16-21), nos hace contemplar la Maternidad de María, ya que celebramos la Solemnidad de Santa María, Madre de la Iglesia. Ella ha creído en las palabras del ángel, ha concebido al Hijo, se ha convertido en la Madre del Señor. Ella se nos presenta con un vaso siempre rebosante de la memoria de Jesús, Sede de la Sabiduría, al que podemos acudir para saber interpretar coherentemente sus enseñanzas.

En el segundo, el evangelista Mateo (Mt. 3,13-17), nos habla del Bautismo del Señor. Juan el Bautista ve ante sí a un hombre que hace la fila con los pecadores para hacerse bautizar, incluso sin tener necesidad. Un hombre que Dios mandó al mundo como cordero inmolado. Este cordero no muestra las garras o los dientes ante cualquier ataque, sino que soporta y es dócil. Y así es Jesús, como un cordero.

En el tercer domingo, pasamos a un nuevo tiempo litúrgico, el tiempo Ordinario, el evangelio de Juan (Jn. 1, 29-34), nos presenta la escena del encuentro entre Jesús y Juan el Bautista, a orillas del río Jordán. Quien lo relata es un testigo ocular, Juan evangelista, quien antes de ser discípulo de Jesús, era discípulo del Bautista, junto a su hermano Santiago, con Simón y Andrés todos de Galilea, todos pescadores.

En el cuarto domingo, Mateo (Mt. 4,12-23) nos acerca los comienzos de la predicación de Jesús recorriendo los caminos de su tierra, para llevar a todos, especialmente a los pobres “el Evangelio de Dios”. Es el mismo Jesús el que lleva la buena noticia. Jesús es la realización de las promesas divinas porque es Aquel que dona al hombre el Espíritu Santo, el “agua viva” que sacia nuestro corazón inquieto, sediento de vida, amor, libertad y paz.

En el último domingo de este mes de Enero, Mateo (Mt 5,12a) nos habla de cómo Jesús enseña a sus discípulos y a la gente reunida en la colina cercana al lago de Galilea. Jesús nos habla de las bienaventuranzas. Jesús enseña el camino de la vida, el camino que Él mismo recorre, es más, que Él mismo es, y lo propone como camino para la verdadera felicidad. En toda su vida, desde el nacimiento en la gruta de Belén hasta la muerte en la cruz y la resurrección, Jesús encarnó las Bienaventuranzas. Al proclamar las Bienaventuranzas, Jesús nos invita a seguirle, a recorrer con Él el camino del amor, el único que lleva a la vida eterna. No es un camino fácil, pero el Señor nos asegura su gracia y nunca nos deja solos. Pobreza, aflicciones, humillaciones, lucha por la justicia, cansancios en la conversión cotidiana, dificultades para vivir la llamada a la santidad, persecuciones y otros muchos desafíos están presentes en nuestra vida. Pero, si abrimos la puerta a Jesús, si dejamos que Él esté en nuestra vida, si compartimos con Él las alegrías y los sufrimientos, experimentaremos una paz y una alegría que sólo Dios, amor infinito, puede dar.

PARA REFLEXIONAR

¿Qué significa para nosotros, ser discípulos de Jesús Cordero de Dios?

¿Somos nosotros capaces de ser transmisores de la buena noticia tal y como hizo Jesús cuando comenzó a predicar por su tierra?

¿Nos planteamos vivir siguiendo el programa que nos ofrece Jesús en las Bienaventuranzas?

DIA DE LA EPIFANIA DEL SEÑOR

Epifanía significa «manifestación». Jesús se da a conocer. La celebración gira en torno a la adoración a la que fue sujeto el Niño Jesús por parte de los tres Reyes Magos como símbolo del reconocimiento del mundo pagano de que Cristo es el salvador de toda la humanidad.

Se relaciona a estos magos como hombres poderosos y sabios, posiblemente reyes de naciones al oriente del Mediterráneo, hombres que por su cultura y espiritualidad cultivaban su conocimiento de hombre y de la naturaleza esforzándose especialmente por mantener un contacto con Dios. Del pasaje bíblico sabemos que son magos, que vinieron de Oriente y que como regalo trajeron incienso, oro y mirra; de la tradición de los primeros siglos se nos dice que fueron tres reyes sabios: Melchor, Gaspar y Baltasar.

Jornada mundial de la paz 2017

El día 1 de Enero tiene lugar la Jornada Mundial de la Paz. Con tal motivo el Papa Francisco presentó el pasado día 12 de diciembre el discurso que pronunciará para esta Jornada. Del mismo, y haciendo una correspondencia con las Bienaventuranzas, podemos destacar lo siguiente:

“La construcción de la paz mediante la no violencia activa es un elemento necesario y coherente del continuo esfuerzo de la Iglesia para limitar el uso de la fuerza por medio de las normas morales, a través de su participación en las instituciones internacionales y gracias también a la aportación competente de tantos cristianos en la elaboración de normativas a todos los niveles. Jesús mismo nos ofrece un «manual» de esta estrategia de construcción de la paz en el así llamado Discurso de la montaña.”

“Las ocho bienaventuranzas trazan el perfil de la persona que podemos definir bienaventurada, buena y auténtica. Bienaventurados los mansos —dice Jesús—, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, y los puros de corazón, los que tienen hambre y sed de la justicia.”