VENTANA DE FORMACIÓN Nº 89. DICIEMBRE 2025
Señor de la Piedad, que en Belén te hiciste hombre a tu propia imagen y semejanza, bendícenos como Divino Niño Jesús y aléjanos del pecado.
Estrella, que en Belén fuiste espejo de madre, ruega por nosotros sin cesar, para que nunca dejemos de ser ese pequeño bebé que vino a salvar al mundo.
Desde la Vocalía de Formación volvemos para despedir el año en esta época navideña, cuyos objetivos de paz y concordia esperemos que imperen en nuestra sociedad y en nuestras vidas personales. Nos encontrarnos, un mes más, con las Ventanas de Formación con el objetivo de complementar la formación activa que la Vocalía propone para todos los cofrades con sus actividades durante todo el año.
Comienza la actividad cofrade con la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el día 8 en la Iglesia de la Purísima Concepción. El 13 de diciembre se celebrará la tradicional Zambomba de Navidad, en la plaza de la Purísima Concepción, con la Agrupación Musical Juvenil de María Santísima de la Estrella y Darío Chica. Jornada de hermanamiento y alegría a partes iguales.
Este mes, siempre es un mes de enhorabuena. Nuestra Hermandad Dominica y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Piedad, en su Sagrada Presentación al Pueblo, María Santísima de la Estrella, Nuestra Señora del Rosario y Santo Domingo de Guzmán celebra la Navidad con los cultos específicos de estas fechas.
SIGNIFICADOS:
Cuentan que tras la visita de San Francisco de Asís a los Santos Lugares, y como no, a la ciudad de Belén, se le vino a la imaginación del santo italiano la representación del Nacimiento de Jesús. El primer belén fue viviente y se representó en una cueva. La única estatuilla, fabricada en terracota, era la del Niño, obra de la señora Alticama, esposa del aristócrata Giovanni Velita, el personaje de la nobleza que residía en Greccio, una bella localidad encaramada a una colina en la zona del Alto Lacio, en el centro de Italia. De aquel pueblecito se enamoró San Francisco de Asís cuando volvió de Tierra Santa y allí fue donde, el día de Navidad del año 1223, representó el nacimiento de Jesús después de convencer a Velita y a su mujer para que le ayudaran. Echó mano de sus primeros compañeros religiosos y de la gente del lugar, humildes agricultores y ganaderos. Para darle mayor realismo a la escena, introdujo en el portal al buey y a la mula, de los que no dicen ni palabra los evangelistas Lucas y Mateo, pero que se habían colado en la tradición cristiana gracias a algunos de los evangelios apócrifos. Con estos elementos, el santo de la cercana Asís dio vida hace casi 800 años en Greccio a la primera representación conocida del nacimiento de Jesucristo.
Aquella fría noche de invierno se celebró una misa presidida por Francisco, quien predicó sobre el Nacimiento de Cristo en unas circunstancias tan humildes como las que en se dieron en Belén. Todos los asistentes, reunidos en torno a los animales, que procuraban un poco de calor escuchaban las palabras del Santo. (Incluso, cuenta la tradición, que se obró el conocido como «Milagro del Greccio», pues Juan de Greccio pudo ver cómo un niño recién nacido ocupaba el pesebre vacío que presidía aquella fría cueva).
Con milagros o no, este hecho, que más que un belén podríamos decir que es el precedente de los dramas litúrgicos, se fue popularizando hasta desembocar en la representación de belenes en las iglesias valiéndose de figurillas de terracota, cera o madera. Belenes, que sirvieron de gran ayuda a la predicación de la regla Franciscana, pues la humildad de aquella representación concordaba a la perfección con la regla de estricta pobreza regida por la humildad, la sencillez y la cercanía al pueblo de los franciscanos.
Así, el montaje de belenes se fue consolidando como predicación en Italia y pasó al resto de Europa, primero como práctica eclesiástica, después como algo exclusivo de los aristócratas y por último como una costumbre popular.
En el caso de España, el monarca español Carlos III, que había sido rey de Nápoles y de Sicilia, importó esta costumbre italiana instalando en el Palacio Real el llamado ‘Belén del Príncipe’, que aún hoy se conserva. Como en Italia, la tradición de los belenes se fue extendiendo, primero entre las Iglesias y lugares públicos, más tarde en algunas casas adineradas y finalmente, entre toda la población.
Evangelios del mes de DICIEMBRE
Primer domingo
Evangelio: Mateo (3,1-12): El Reinado de Dios nos pide un cambio de mentalidad
El evangelio del día nos presenta a una de las figuras más características del Adviento: Juan el Bautista, el precursor del Señor. La presentación de Mt 3,1-12 va encaminada al bautismo de Jesús. ¿Fue Jesús discípulos de Juan el Bautista? Hoy no nos podemos negar a aceptar una relación de Jesús con el movimiento de Juan el Bautista. Jesús tenía «in mente» otras ideas y otros proyectos. El desierto, el bautismo son elementos de la vida y la ideología del Bautista. Jesús iría a las aldeas y los pueblos «para anunciar el reinado de Dios».
El texto de Mateo propone los elementos en el que podían coincidir: «convertíos porque ha llegado el reinado de Dios». Es algo más radical y profético: es un cambio de mentalidad de mucho alcance, que sin duda Juan proponía a sus seguidores frente al judaísmo oficial. Elegir el desierto y el Jordán para el bautismo era como querer vivir la experiencia de un nuevo éxodo, de una nueva entrada en la tierra prometida, de recomenzar las relaciones con Dios con una nueva vivencia de alianza.
Es necesaria una conversión radical para que lo santo tenga sentido. Juan no tenía, así lo confiesa, las soluciones a mano; pero él sabe que Dios sí las tiene, y así las propone por medio de Jesús. Él solamente diseña la última posibilidad de subsistir: un cambio, una nueva mentalidad, un nuevo rumbo, porque a partir de ahora Dios no va a dejarse manejar de cualquier manera.
Segundo domingo
Evangelio según san Mateo 11, 2-11
Este evangelio viene a ser como el colofón de todos estos planteamientos proféticos que se nos piden. Sabemos que Jesús era especialmente aficionado al profeta Isaías; sus oráculos le gustaban y, sin duda, los usaba en sus imágenes para hablar de la llegada del Reino de Dios. Mateo (que es el que más cita el Antiguo Testamento), en el texto de hoy nos ofrece una cita de Is. 35,5s (primera lectura de hoy) para describir lo que Jesús hace. Es muy posible que en esta escena se refleje una historia real, no de enfrentamiento entre Juan y Jesús, pero sí de puntos de vista distintos. El reino de Dios no llega avasallando, sino que, como se refleja en numerosas parábolas, es como una semilla que crece misteriosamente, pero está ahí creciendo. El labrador lo sabe y Jesús es como el «labrador» del reino que anuncia.
El evangelista Mateo ha resaltado que Juan, en la cárcel, fue informado de las obras del Mesías. Y por eso recibe una respuesta propia del Mesías. El Bautista, hombre de Antiguo Testamento, está desconcertado porque tenía puestas sus esperanzas en Jesús, pero parece como si las cosas no fueran lo deprisa que los apocalípticos desean. Jesús le dice que está llevando a cabo lo que se anuncia. Jesús está haciendo todo lo posible para que los ciegos de todas las cegueras vean; que todos los enfermos de todas las enfermedades contagiosas del cuerpo y el alma queden limpios y no destruidos y abandonados a su suerte. El reino que anuncia, y al que dedica su vida, tiene unas connotaciones muy particulares, algunas de las cuales van más allá de lo que los profetas pidieron y anunciaron. Finalmente añade una cosa decisiva: ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí! Ésa es la diferencia con Juan; porque entre Jesús y Juan se dan diferencias radicales: uno anuncia el juicio que destruye el mal (como los buenos apocalípticos) y el otro (como buen profeta) propone soluciones. Nosotros hemos tenido la suerte de nacer después de Juan y haber escuchado las palabras liberadoras del profeta Jesús.
Tercer domingo
Evangelio según san Mateo 1, 18-24
El evangelio del evangelista que mejor ha tratado las profecías del Antiguo Testamento, aunque, por razones propias de la mentalidad judeo-cristiana, aparezca la figura de José como introductora de cumplimiento. En el sueño, José tiene encomendado dar un nombre al hijo que dará a luz su prometida María; le pondrá por nombre Jesús. El nombre era Enmanuel: ¿Acaso no es lo mismo? Semánticamente no, pero teológicamente sí. Su nombre simbólico será una realidad eterna: Enmanuel, Dios con nosotros. El nombre de Jesús significa: Dios salva. No podemos tomar al pie de la letra lo del sueño, pero sí debemos tomar en consideración su mensaje. José no está herido de infamia por haber sido engañado por su prometida. Lo importante para Mateo es que él debe desempeñar una misión, la de ponerle el nombre, ya que el nombre tiene una importancia decisiva en el lenguaje bíblico. José, descendiente de David y esposo legal de María, al imponer el nombre a Jesús se convierte legalmente en su padre, con lo cual lo inserta en su genealogía davídica. De este modo, Jesús es hijo de David a través de José, y es también el Mesías. Así se cumple igualmente la profecía de Isaías (7, 14). En el fondo, teológicamente hablando, uno y otro nombre vienen a significar lo mismo: Dios está con nosotros cuando salva y cuando libera Jesús (porque Yeshúa significa «Dios es mi salvador» o «Dios salva». Así, pues, con este evangelio se nos abren las puertas de la Navidad; termina el Adviento y la esperanza que genera se debe hacer realidad experimentando de verdad la salvación que nos llega ya.
Cuarto domingo
Evangelio según san Mateo 2, 13-15. 19-23
El evangelio es una pieza extraña que exige interpretaciones refinadas, porque no es una narración histórica, sino que se presenta en sueños. La tradición de Mateo y algunos Apócrifos, hablan de la huida a Egipto; al igual que el pueblo había tenido que experimentar, en tiempos de los hijos de Jacob, su marcha a la tierra de los faraones. Mateo, escuela de catequesis judeo-cristiana, pretende hacer comparaciones entre el pueblo del Antiguo Testamento y Jesús, que formará un pueblo nuevo, debiendo vivir esa misma experiencia. Sea como fuere, en la lectura de hoy, muy intencionadamente, vemos cómo se nos presenta la figura engrandecida de José, cuidando de la Sagrada Familia, para que vuelvan a su tierra. Pero vuelven a Nazaret, sin duda, porque es ahí dónde el evangelio de Mateo quiere enlazar con los datos históricos de la vida de Jesús. En concreto, las cosas más elementales se quieren presentar bajo la lectura religiosa del “cumplimiento” de las Escrituras, de los textos proféticos. Para nuestra mentalidad y nuestra cultura, ni siquiera había que justificar que Jesús es el Mesías porque es de la familia de David y hubiera nacido en Belén, porque lo es por otras razones; pero para los primeros judeo-cristianos esto es imprescindible, y Mateo es su portavoz. Era tan estrecha la unión del mesianismo de Jesús y su origen en Belén que había que justificarlo. Eran tan palmaria la tesis histórica de Jesús como Nazareno de Nazaret, que había que dar una explicación de por qué si era de Belén no se le conocía como “belemita” en vez de Nazareno. Nazaret, pues, no es profecía, sino la pura historia de Jesús el carpintero que un día llegó a ser profeta en Galilea. Pero en Nazaret es donde Jesús crece, vive y madura como persona humana… y como profeta. Allí vive su familia y a ella permanece fiel, como “carpintero” durante casi treinta años. Esto es lo más humano de todo. La tradición litúrgica reserva este primer domingo después de Navidad a la Sagrada Familia de Nazaret. El tiempo de Nazaret es un tiempo de silencio, oculto, que deja en lo recóndito de esa ciudad de Galilea, desconocida hasta que ese nombre aparece por primera vez en el relato de la Anunciación de Lucas y en el evangelio de hoy, con una carga muy peculiar de intimidades profundas. Es ahí donde Jesús se hace hombre también, donde su personalidad se forma en las tradiciones de su pueblo, y donde madura un proyecto que un día debe llevar a cabo. En todo caso, Nazaret, hoy y siempre, es una sorpresa, porque es una llamada eterna a escuchar la voz de Dios y a responder como lo hicieron José y María, y así se lo enseñaron a Jesús. Ellos le hablaron de Dios y le enseñaron a ir a la sinagoga, a leer la Escritura, los profetas especialmente por los que quedaría fascinado… El profeta de nuestra salvación tuvo, pues, en Nazaret, una familia como nosotros.
Un fraternal saludo en el Señor.
Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo.

