VENTANA DE FORMACIÓN Nº 29. SEPTIEMBRE 2019

Señor de la Piedad, a tu amparo me acojo, rico y generoso en tu destino humildemente aceptado, redentor de nuestras vidas y fin de nuestros sufrimientos.
Estrella, que en el cielo del mar infinito eres guía y señal de tus devotos, marineros en la singladura hacía tu Divino Hijo, guárdanos, como madre y mediadora, de todo mal.

Queridos hermanos, un nuevo año cofrade comienza para nuestra Hermandad Dominica y Cofradía de nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Piedad en su Sagrada Presentación al Pueblo, María Santísima de la Estrella, Ntra. Sra. del Rosario y Santo Domingo de Guzmán.

Tras la época estival, volvemos a encontrarnos con las Ventanas de Formación de la Hermandad, con el objetivo de complementar la formación activa que la Vocalía de Formación propone para todos los cofrades con sus actividades durante todo el año, (para conseguir la formación cristiana integral de los miembros, la Vocalía de Formación establece y ejecuta, de acuerdo con nuestro Capellán, un Plan de Formación Anual, dirigido especialmente a los aspirantes), pero haciéndolo con las herramientas informáticas que nos ofrece Internet, para poder así llegar al máximo número de todos vosotros.

Lo hacemos con la intención de formar mediante el significado, el significado de ser cofradía, estatutario y cristiano. Este medio elegido es idóneo para cumplir el objetivo. Ojalá esta humildes líneas alcancen al mayor número de cofrades y aspirantes.

El mes de septiembre acude al seno de nuestra hermandad para acoger dos grandes citas: La Fiesta Estatutaria en honor a María Santísima de la Estrella, que celebra la festividad del nacimiento de la Virgen, y la Cena Solidaria en favor de la Vocalía de Caridad, que se organiza en la segunda quincena del mes.

Así, la Fiesta Estatutaria tendrá lugar el próximo 8 de septiembre, con el rezo del rosario a las 19:30h y la Santa Misa a las 20:00h, y la cena solidaria se celebrará el próximo día 20, a las 21:00h. Dos citas ineludibles que tendrán lugar en nuestra querida Iglesia de la Purísima Concepción y la Plaza de la Purísima Concepción, respectivamente.

SIGNIFICADOS:
La Iglesia recuerda el día del nacimiento de la Virgen María cada 8 de septiembre. Es cierto que los Evangelios no dan datos precisos, pero sí existen tradiciones que dan como su lugar de nacimiento a Belén, considerando a María como descendiente del rey David, aunque hay otra corriente que señala la ciudad de Nazaret como su lugar de nacimiento. Por otro lado, ya en el siglo V existía en Jerusalén un santuario mariano de origen bizantino, situado bajo la basílica de Santa Ana, considerado el lugar de la casa natal de María.
Sea como fuere, la celebración de la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, es conocida en Oriente desde el siglo VI. Fue fijada el 8 de septiembre, día con el que se abre el año litúrgico bizantino, el cual se cierra con la Dormición, en agosto. En Occidente fue introducida hacia el siglo VII y era celebrada con una procesión-letanía, que terminaba en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma.
Sin duda, la fiesta tiene la alegría de un anuncio pre mesiánico. Es famosa la homilía que pronunció San Juan Damasceno un 8 de septiembre en la Basílica de Santa Ana, …”celebremos con alegría la fiesta natalicia del gozo de todo el Universo. Tenemos razones muy válidas para honrar el nacimiento de la Madre de Dios, por medio de la cual todo el género humano ha sido restaurado y la tristeza de la primera madre, Eva, se ha transformado en gozo. Ésta escuchó la sentencia divina: parirás con dolor. A María, por el contrario, se le dijo: Alégrate, llena de gracia!”

REFLEXIÓN:
Es el momento de pensar, cunado se acerca este importante día, en el que la aurora de la luz del mundo empieza a alborear en el horizonte. Es el momento de alegrarnos, y de pensar en cuántas cosas podemos festejar y por cuántas cosas podemos alabar a Dios; como la alegría que recibió María por el Espíritu de Dios, el anuncio de una inminente llegada, que no sería posible sin que el mundo hubiera recibido a María, su madre. Como ella intentemos llenar nuestro corazón de gozo y alegría ante la esperanza que no llega.

EVANGELIOS DEL MES DE SEPTIEMBRE
El evangelio que nos ocupa el primer domingo de septiembre, día del Señor, es el de San Lucas (14, 1. 7-14).
La parábola de los primeros y los últimos puestos en un banquete le sirve a Jesús para poner de manifiesto la humildad. Aquí no cabe otra explicación que el mismo misterio de la condescendencia divina, que siendo poderoso, se ha hecho como uno de nosotros. ¿No es bueno aspirar a ser el primero, el mejor, el más perfecto? Muchos deportistas nos dan la lección de que es tan importante participar como ganar.
De alguna forma este ejemplo lo podíamos aplicar a la vida cristiana: todos valen en una comunidad, todos tienen algo positivo, todos tienen algo bueno. No importa ser los primeros si ser el primero nos lleva a ser arrogantes e inmisericordes. Y es que el tema de la humildad, cristianamente hablado, se resuelve en la generosidad. El que es humilde es generoso, misericordioso con los otros.

El evangelio que nos ocupa el segundo domingo de septiembre, día del Señor, es también del mismo evangelista, San Lucas (14, 25-33).
Ser discípulo de Jesús significa un valor absoluto como alternativa a todo proyecto de este mundo e incluso familiar. Efectivamente, si alguien quiere ser discípulo de Jesús, pero prefiere los intereses de familias, la ataduras sociales y culturales de ese mundo, entonces no puede ser un auténtico discípulo de Jesús. Las familias (en sentido general y cultural) trasmiten amor; pero a veces las familias, los clanes, los grupos, trasmiten otros valores muy negativos (incluso odio de unas familias contra otras), que un discípulo de Jesús no puede asumir, ni respetar. Ese es el sentido de saber y poder “llevar su cruz” siguiendo a Jesús.
Lucas ha sacado en conclusión de todo esto : “quien no renuncia de todos sus bienes, no puede ser mi discípulo” Jamás Lucas pide amar la pobreza en sí. Quiere que todo se ponga en común, para que no haya indigentes entre los cristianos; o sea, la razón de renunciar a los bienes es para que no haya pobres e incluso para que haya justicia en el mundo. Debemos ser conscientes de que la pobreza y la riqueza existen personificadas: hay ricos, pocos; y muchos pobres. Pero hay bienes suficientes en el mundo para que todos tengan lo necesario. El mundo es injusto por causa de los que aman las riquezas y el poder; en muchos casos esos amores los trasmite la familia, el clan, el entorno, los intereses de clase y de grupo. Ese mundo se desmorona ante la radicalidad del Reino y de la vida de Jesús. Buscar la seguridad en los bienes de este mundo es poner el corazón en aquello que nos aleja de Dios.

Nos acercaremos al tercer domingo del mes con la lectura de San Lucas (15, 1-32).  Las dos parábolas “gemelas” (de la oveja y la dracma perdidas, respectivamente), que preceden a la del hijo pródigo (que debería llamarse del padre misericordioso), vienen a introducir el tema de la generosidad y misericordia de Dios con los pecadores y abandonados. En los dos narraciones, la del pastor que busca a su oveja perdida (una frente a noventa y nueva) y la de la mujer que por una moneda perdida (que no vale casi nada), pone patas arriba toda la casa hasta encontrarla, se pone de manifiesto una cosa: la alegría por el encuentro. Jesús presenta a un Dios del que no les hablaban los escribas y doctores de la ley. Un Dios que siente una inmensa alegría cuando recupera a los perdidos es un Dios del que pueden fiarse todos los hombres. Un Dios que se preocupa personalmente de cada uno (como es una oveja o una dracma) es un Dios que merece confianza.

En el cuarto domingo de septiembre nos adentraremos en la lectura de San Lucas (16, 1-13).
Al final de la parábola del administrador sagaz, se plantea el interrogante de cómo ha podido ser alabado un hombre que ha actuado de forma y manera que la fortuna del «hombre rico» va a quedar reducida. La parábola, muy probablemente, ha sido transformada desde una historia singular de un administrador de un hombre rico, a una narración en la que indirectamente está presente Dios como «señor», quien ha puesto las riquezas de la creación al servicio de los hombres, y nosotros solamente somos administradores que un día debemos dar cuentas de nuestra actuación. Todo lo que sea acumular riquezas es una injusticia, una falsedad. Porque este Señor de la parábola no es un vulgar terrateniente, que acumula riquezas injustamente, sino el dueño del mundo. Este hombre es el que ha entendido de verdad la forma en que deben tratarse y usarse las riquezas en este mundo: con equidad. Por eso, el hombre rico de esta parábola ha pasado a ser el Señor, el juez de todos los hombres ricos de este mundo, que en vez de ser administradores «que actúan sagazmente», se han quedado en ser ricos, acumulando riquezas, endeudando a los pobres cada vez más y exigiéndoles más de lo que pueden dar. Lucas lo tiene claro: no se puede servir a Dios y al dinero.

Finalizamos el mes, con un quinto domingo, con la lectura de San Lucas (16, 19-31).
El evangelio de Lucas cierra el famoso capítulo social que el domingo pasado planteaba cuestiones concretas para los cristianos, como el amor al dinero o a las riquezas y la actitud que se debe mantener. Se cierra con la famosa parábola del pobre Lázaro y el rico epulón, que es lo opuesto a la parábola con la que se abría el mismo. El rico epulón es el motivo para poner de manifiesto, en la mentalidad de Lucas, lo que espera a los que no son capaces de compartir sus riquezas con los pobres. Y no ya solamente dando limosnas, sino que la parábola es mucho más concluyente: la situación de Lázaro se produce por la actitud del que se viste de púrpura y lino y celebra grandes fiestas. Esta narración parabólica da mucho de sí para hablar, hoy más que nunca, de las diferencias sociales; del empobrecimiento mundial, de la deuda que muchos pueblos del Tercer y Cuarto mundo no pueden soportar. Y se hablará, incluso, del “infierno” que muchos se merecen. La acumulación de riquezas es injusta; pero es más injusta todavía cuando al lado (y hoy, al lado, por los medios de comunicación, son miles de kilómetros) hay personas que ni siquiera tienen las migajas necesarias para comer. El rico es culpable frente a Lázaro, no frente a los pobres en general, que siempre puede ser una excusa; frente a una persona con nombre propio que se ha encontrado en su vida. Pero los que usan las riquezas sólo para sí… se están cerrando el futuro.

FRASES PARA REFLEXIONAR:

  • ¿No es bueno aspirar a ser el primero, el mejor, el más perfecto?
  • Quien no renuncia de todos sus bienes, no puede ser mi discípulo
  • No se puede servir a Dios y al dinero.
  • La acumulación de riquezas es injusta.
  • Los que usan las riquezas sólo para sí, se están cerrando el futuro.

Un fraternal saludo en el Señor.

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