VENTANA DE FORMACIÓN 74. FEBRERO 2024

Señor de la Piedad, más que nunca TE necesitamos, ten Piedad de todos nosotros, como tu Santo Nombre nos recuerda, Jesús, Rey, Hombre y Dios.

Estrella, más que nunca TE necesitamos,, sé nuestra guía en el mar oscuro de la vida, como tu Santo Nombre nos recuerda, Estrella del Mar, del Cielo y de nuestras vidas.

Desde la Vocalía de Formación, volvemos a encontrarnos, un mes más, con las Ventanas de Formación, con el objetivo de complementar la formación activa que la Vocalía propone para todos los cofrades con sus actividades durante todo el año. Con el paso del tiempo, la Hermandad Dominica y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Piedad, en su Sagrada Presentación al Pueblo, María Santísima de la Estrella, Nuestra Señora del Rosario y Santo Domingo de Guzmán continúa su actividad durante esta parte del año en la que estamos a punto de entrar en las fechas más esperadas: la Cuaresma. Así, fiel a la cita anual, un miércoles al año es el más esperado para todo el mundo cofrade: el Miércoles de Ceniza, que acontecerá el próximo 14 de febrero.

Y así, también previstas están fechas como los primeros ensayos de costaleros, que se mezclarán en el tiempo con otras actividades cofrades como la Asamblea General Ordinaria, de acuerdo con el Art. 16 de los Estatutos de la Hermandad Dominica y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Piedad en su Sagrada Presentación al Pueblo, María Santísima de la Estrella, Nuestra Señora del Rosario y Santo Domingo de Guzmán, que convoca a sus hermanos a la Asamblea General Ordinaria que se celebrará el día 11 de febrero de 2024 a las 11:00 horas en primera convocatoria y a las 11:30 horas la segunda, en la Casa de Hermandad, sita en Plaza de la Purísima Concepción.

En otro orden de cosas, el viernes 16 febrero a las 20:30, en la sede de la Agrupación de Cofradías de Jaén, sita en la calle Bernardo López, tendrá lugar la Presentación del cartel Estrella 2024 y del Boletín cuaresmal Estrella.

SIGNIFICADOS:

En relación a la Liturgia, de la que hemos hablado últimamente, es el momento de continuar desgranando los entresijos de este importante apartado de nuestra vida religiosa. Podemos recordar que el término Liturgia proviene del latín liturgīa, a su vez tomado del griego λειτουργία. Su significado hace referencia a un acto de servicio público y literalmente significa obra del pueblo. En el mundo antiguo, por ejemplo entre los antiguos griegos, el término Liturgia no tenía connotaciones religiosas; hacía referencia a las obras que algún ciudadano hacía en favor del pueblo. Por lo tanto, la palabra significa obra pública, realizada a favor del pueblo, sin ningún interés privado. De esta forma, la Liturgia es, pues, la celebración del Misterio de Cristo y en particular de su Misterio Pascual. En un sentido estricto quiere significar que el Pueblo de Dios toma parte en la obra de Dios. Por la Liturgia, Cristo continúa en su Iglesia, la obra de nuestra redención.

La Liturgia, que emplea un lenguaje simbólico, se vale de fórmulas litúrgicas: lecturas bíblicas, salmos, letanías, cánticos, himnos…; de materias litúrgicas: pan, vino, agua, sal, ceniza, fuego, cera, ramos de flores, incienso, aceites; y de actitudes y gestos: postraciones, genuflexiones, imposición de manos, señal de la cruz, elevación de manos… Así mismo, para todos los actos litúrgicos existen libros oficialmente aprobados, el Misal Romano, Leccionario, Libro de la Sede, Libro de Preces, Rituales, Ceremonial de los obispos, etc.

En cuanto a la Liturgia y los llamados Actos litúrgicos, se puede precisar que no todos los actos religiosos que el pueblo realiza tienen la categoría de actos litúrgicos. Solo son actos litúrgicos aquellos que expresan la sacramentalidad de la Iglesia. Los actos litúrgicos tienen que tener sus libros oficiales y ritos propios, aprobados por la Santa Sede y tienen que ser presididos por los ministros autorizados para ello. Característica de los actos litúrgicos es la imposibilidad de su simultaneidad y que no puede cambiarse, arbitrariamente, por los ministros que la ejercen. Pongamos un ejemplo: no debe prepararse el altar mientras el celebrante dice la homilía, ni omitir el salmo o las lecturas por otras distintas. Por lo tanto, la Liturgia no pertenece a ningún grupo ni persona, es de la Iglesia.

En cuanto a los actos litúrgicos, se pueden agrupar en tres categorías: los sacramentos, la Liturgia de las Horas y los sacramentales. Así pues, son actos litúrgicos la celebración de los distintos sacramentos: Eucaristía, Bautismo, Reconciliación, Confirmación, Matrimonio, Orden Sacerdotal, Unción de Enfermos. También son actos litúrgicos la Liturgia de las Horas, con sus momentos más importantes en los Laudes y las Vísperas, y los sacramentales. Llamamos actos sacramentales a signos sagrados, a modo de sacramentos, pero que no han sido instituidos por Cristo, sino creados por la Iglesia para preparar, acompañar y prolongar la acción de los sacramentos.

¿En qué se diferencian los sacramentales de los sacramentos? Mientras los sacramentos los instituyó el mismo Jesucristo, los sacramentales son de institución eclesiástica, es decir, los ha creado la Iglesia. A modo de ejemplos podemos citar como sacramentales: la dedicación de iglesias, coronaciones canónicas, exposición y bendición con el Santísimo, el agua bendita, los exorcismos, las bendiciones, la adoración de la Cruz, la imposición de la ceniza y algunos más. De estos sacramentales, se reservan al obispo los que afectan a la Iglesia local, como es el caso de la dedicación de iglesias y altares. Otros los pueden realizar los presbíteros o diáconos, e incluso algunos, como ciertas bendiciones, podemos hacerlas los laicos.

En el mundo cofrade, a lo largo del año cristiano se realizan también varios sacramentales muy significativos, incluidos en la celebración de los sacramentos: la bendición e imposición de cenizas, la bendición de palmas y la procesión de entrada del Domingo de Ramos, la adoración de la Cruz el Viernes Santo, la procesión y las oraciones de rogativas, o la bendición y procesión con candelas el dos de febrero. Además como aclaración podemos precisar que no son actos litúrgicos, aunque tiendan a parecerse a ellos, las prácticas de religiosidad popular, como el rezo del rosario, las letanías, las procesiones, viacrucis, triduos, novenas, quinarios, septenarios, primeros viernes y demás prácticas de piedad popular que no forman parte de la Liturgia de la Iglesia, lo cual no quiere decir que no sean acciones piadosas dignas de favorecerse y practicarse.

En definitiva, la Liturgia no es más que la historia de los acontecimientos de Cristo en su historia de  salvación y el ejercicio del sacerdocio.

EVANGELIOS DEL MES DE FEBRERO

La lectura que nos ocupa este primer domingo, día del Señor, es la Lectura del santo Evangelio según san Marcos (1,29-39): El evangelio “cura” las miserias

El evangelio de hoy es la continuación de lo que se había iniciado el domingo pasado con la actuación de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún. En la vida de cada día, enfermedad, muerte, opresión nos acechan continuamente, pero Jesús ha venido para traer el evangelio liberador. Con su actitud desafiante, que se relata aquí como un ciclo de actuaciones de su vida, está poniendo en su sitio lo que debe ser el mensaje liberador de las buenas noticias.

Lo sagrado, lo religioso, lo espiritual tiene que ser humano. A Jesús, con fama de taumaturgo, le llevan todos los enfermos.  Jesús rompe todas las normas, entra en las casas, toca a los enfermos, aunque sean mujeres, sale a las puertas de la ciudad. La fuerza irresistible, así lo ve Marcos, de evangelio ya no la pueden manejar las autoridades a su antojo. Jesús “enseña” que hay que sanar a los enfermos (hoy lo hace la medicina) y una sanación “milagrosa” no tiene por qué ser más importante que lo que Dios quiere que se haga por el conocimiento de la naturaleza. Pero Dios pide, para todos los curados y liberados de sus males una fe y una esperanza que es la fuerza del evangelio.

La lectura del evangelio del segundo domingo nos la va a acercar otro evangelista. Es la Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45): Liberar a los marginados, praxis del Reino

El relato evangélico está planteado, con mucho acierto, al final de la actividad de Jesús en esa jornada de Carfarnaún que nos ha venido ocupando los últimos domingos. La narración sigue un proceso liberador, en el que se ponen de manifiesto las actitudes de los hombres y los pensamientos de Dios. Un leproso, estaba excluido de la asamblea del pueblo de la alianza y debía presentarse al sacerdote, en el templo, en Jerusalén, el centro del judaísmo y de las clases poderosas. Aunque todo comenzara siendo una «ley de sanidad», como en Israel todo se sacralizaba, se llegó a dogmatizar de tal manera, que quien estaba afectado por ella, era un maldito, pasando a ser una «ley de santidad». Ya hemos dicho que esta es una enfermedad de pobres y marginados. Nadie, pues, se acercaba a ellos: su soledad, su angustia, sus posibilidades ¿quién podía compartirlas? Es el momento de romper este círculo infernal.
Jesús, que trae el evangelio, va a enfrentar a los hombres de su tiempo con todo lo que significa marginar al los pobres en nombre de Dios. Jesús se acerca a él, le toca (expresamente se dice que extendió la mano y le tocó, lo que implicaría que desde ese instante Jesús también quedaba bajo la ley sagrada de la contaminación); pero le cura y, con una osadía inaudita, le envía al sacerdote (a los que representan lo sagrado y el poder) para que sea un testimonio contra ellos y contra todo lo que pueda ser sacralizar las leyes sin corazón. El evangelio es un escándalo y pone de manifiesto eso de que los pobres nos evangelizan.

En este relato de Marcos no es menos sugerente el mandato de Jesús de que no diga nada a nadie y el poco caso que hace de ello el «leproso» curado. El «secreto a voces» lleva la intencionalidad de este evangelista, porque pretende poner de manifiesto que más importante que la aceptación por parte del sacerdote de su curación, es proclamar que ha sido Jesús, el profeta de Galilea, quien le ha llenado el alma y el corazón de gratitud y de acción de gracias a Dios.

Nos acercaremos al tercer domingo del mes con la Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,12-15): Del desierto al evangelio

El evangelio, en todos los ciclos, el primer domingo de cuaresma, es el relato de las tentaciones de Jesús en el desierto. Este de Marcos es el relato más sobrio de los sinópticos, sobre el que Mateo y Lucas construyeron un episodio cargado de insinuaciones teológicas. Que Jesús estuviera el desierto, como lo estuvo Juan el Bautista, no es un hecho del que debamos dudar. Pero, no obstante, el desierto está cargado de simbolismo en la teología de Israel: de la misma manera que es un tiempo de tentación, es también un tiempo de purificación. El número cuarenta, los cuarenta días, señalan, evidentemente, a los cuarenta días del diluvio o a los cuarenta años del pueblo caminando por el desierto hacia la libertad. Por lo mismo, debemos ponernos en esa clave simbólica para entender este momento previo a la vida pública de Jesús que se prepara a conciencia para abordar la gran batalla de su existencia, es decir, la proclamación de la llegada del Reino de Dios. Y es el Espíritu el que le impulsa al desierto, pero allí se le presentan los animales adversos (alimañas) e incluso ese misterioso personaje, sin rostro y sin identidad, Satanás; aunque también los ángeles que son, por el contrario, la fuerza de Dios.

Señalemos también que el mismo Espíritu, después, le impulsa a Galilea para proclamar el gran mensaje liberador. Para vencer en el desierto, es necesaria la fidelidad a Dios por encima de todas las sugerencias de poder y de gloria. El simbolismo en el que debemos leer hoy nuestro relato nos permite ver que el desierto y los cuarenta días es el mundo de Jesús, el tiempo de Jesús con las fuerzas adversas (las de Satanás) y la de Dios (los ángeles). Eso es lo que está presente en la vida, en toda sociedad. ¿Qué hacer? Pues, como Jesús, proclamar que el tiempo de Dios, el de la salvación y la misericordia no puede ser vencido por el de la maldad, la injusticia o la guerra. Si Jesús estaba guiado por el Espíritu, eso quiere decir que es el Espíritu mismo la voz resonante del evangelio como buena noticia que llama a salir de lo peor que tiene el desierto: las fuerzas del mal.

El último domingo del mes, tendremos la Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,1-9): Caminar hacia la Resurrección

El relato de la Transfiguración de Marcos nos asoma a una experiencia intensa de Jesús con sus discípulos, camino de Jerusalén después de haber anunciado la pasión, para que esos discípulos puedan meterse de lleno en el camino y en la verdadera misión de Jesús. Los discípulos, o bien desean los primeros puestos del reino, o bien quieren quedarse en el monte de la gloria de la transfiguración, como Pedro. Jesús va al monte para orar y entrar en el misterio de lo que Dios le pide; desde esa experiencia de oración intensa puede iluminar su vida para saber que le espera lo peor, pero que Dios estará siempre con él. Es una escena importante y compleja que viene a ser decisiva en el desarrollo del evangelio y de la vida de Jesús que ahora ya mira a Jerusalén como meta de su vida.

Los personajes del Antiguo Testamento, Moisés y Elías, están allí para respaldar precisamente la acción de Jesús. Y la voz misteriosa, entre las nubes, reafirma que, desde ahora, a quien hay que escuchar y seguir es a Jesús. Pedro quiere quedarse, plantarse allí, haciendo tres tiendas, para Moisés, Elías y Jesús. El relato en sí es en el evangelio de Marcos el comienzo del viaje hacia Jerusalén. Y viene a ser como el asomarse a la meta de la vida de Jesús: la resurrección. Pero a la resurrección a la nueva vida no se llega sino por la muerte. Pedro no quiere bajar del monte porque esa vida nueva supone aceptar la muerte, y no una muerte cualquiera, sino la muerte en la cruz. La «gloria» divina que se ha experimentado en el monte está llamando a otro monte, el del Calvario, para que se viva como realidad plena. Jesús es el que tiene las ideas claras de todo ello, los discípulos no.

La decisión de Jesús de bajar del monte de la transfiguración y seguir caminando hacia Jerusalén, lugar de la Pasión, es la decisión irrevocable de transformar el mundo, la religión y la vida. Es verdad que eso le llevará a la muerte. Esa decisión tan audaz, como decisión de una misión que ahora se confirma en su experiencia con lo divino, con la voz del Padre, no le llevará directamente al triunfo, sino a la muerte.  Dios le ha revelado su futuro, la meta, la victoria de la vida sobre la muerte. Y ahí está su confianza para seguir su camino y hacer que le acompañen sus discípulos. Estos seguirán sin entenderlo, sin aceptarlo, preparándose o discutiendo sobre un premio que no llegará de la forma que lo esperaban. Del cielo se ha oído un mandato: «escuchadlo», pero no lo escuchan porque su mentalidad es bien otra.

FRASES PARA REFLEXIONAR:

  • Lo sagrado, lo religioso, lo espiritual tiene que ser humano.
  • Jesús, que trae el evangelio, va a enfrentar a los hombres de su tiempo con todo lo que significa marginar al los pobres en nombre de Dios.
  • El tiempo de Dios, el de la salvación y la misericordia no puede ser vencido por el de la maldad, la injusticia o la guerra.
  • A la resurrección a la nueva vida no se llega sino por la muerte.

Un fraternal saludo en el Señor.

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