VENTANA DE FORMACIÓN 79. OCTUBRE 2024
Señor de la Piedad, gracias por tu piedad, gracias por tu misericordia, gracias por tu sacrificio, gracias por tu amor.
Estrella, gracias por tu desvelo, gracias por tu mediación, gracias por tu entrega, gracias por tus ruegos, gracias por tu amor.
Desde la Vocalía de Formación volvemos a encontrarnos, un mes más, con las Ventanas de Formación, con el objetivo de complementar la formación activa que la Vocalía propone para todos los cofrades con sus actividades durante todo el año. Nuestra Hermandad Dominica y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Piedad, en su Sagrada Presentación al Pueblo, María Santísima de la Estrella, Nuestra Señora del Rosario y Santo Domingo de Guzmán ha contribuido en sus mil facetas diarias de cofradía a mantener viva la llama cofrade. Este mes representa una ocasión especial, pues es el mes del Rosario, una de nuestras advocaciones cotitulares.
Un gran momento para poner en práctica nuestra devoción a la Virgen, el Solemne Triduo en su honor y la procesión de Ntra. Sra. del Rosario. El triduo tendrá lugar el viernes 4 y el sábado 5, a las 19:30 horas, y el domingo 6 de octubre, a las 12 horas, en la Iglesia Conventual de la Purísima Concepción.
SIGNIFICADOS:
El necesario repaso a la liturgia, que iniciamos hace ya unas cuantas ventanas de formación atrás, continua este mes con el culto a las Imágenes. El culto está íntimamente relacionado con las imágenes. La prohibición en el Antiguo Testamento de no fabricar ídolos ni figuras que el libro del Éxodo impone, y el peligro de caer en la idolatría ha hecho que el culto a las imágenes haya sido objeto de polémica desde los primeros siglos del cristianismo. Tanto el Judaísmo como el Islam excluyen de su culto a las representaciones de personas divinas, interpretando de manera radical la prohibición de realizar imágenes.
El II Concilio de Nicea, en su octava y última sesión, celebrada el 23 de octubre del año 787, que fue presidido por el patriarca Tarasios de Constantinopla siendo papa Adriano I definió, en contra de la opinión de los iconoclastas, el culto a las imágenes. Este Concilio, último de los ecuménicos reconocidos tanto por la Iglesia católica como por la ortodoxa, defendió la veneración a las imágenes sagradas y que dichas imágenes deben ser expuestas en las iglesias, en los ornamentos y vasos sagrados, en paredes y cuadros, casas y calles. Las primeras representaciones de Jesús no pretendían en modo alguno ser un retrato sino que iban por el camino del simbolismo y la alegoría. Así la imagen del Buen Pastor es la más querida por los primeros cristianos. Con la aparición de las imágenes de la Santa Faz en el siglo VI —el camulanium y el mandylion que se identifica con la Sábana Santa de Turín— se imitan y reproducen, apareciendo los iconos. Aunque no es objeto de este escrito analizar la iconografía sacra se puede ver una clara evolución que va desde el románico con una concepción de Cristo Rey hasta la humanización del gótico, el realismo renacentista y las representaciones naturalistas del barroco. A lo que estamos familiarizados en el ámbito de nuestra Semana Santa. Lo mismo vale para las imágenes marianas, con un hieratismo muy acusado en el románico y gótico hasta las dolorosas barrocas que veneramos como titulares de nuestras hermandades.
El culto tributado a las imágenes sagradas es una veneración respetuosa, no una adoración, que solo corresponde a Dios. Santo Tomás de Aquino ya nos decía «que el culto de la religión no se dirige a las imágenes en sí mismas como realidades sino que las mira bajo su aspecto propio de imágenes que nos conducen al Dios encarnado». El Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia del año 2002 nos aclara al respecto que «la veneración de las imágenes sea pinturas, esculturas, bajorrelieves u otras representaciones, además de ser un hecho litúrgico significativo, constituyen un elemento relevante de la piedad popular: los fieles rezan ante ellas, las adornan con flores, las llevan en procesión». Pero hay que advertir que si esa veneración no se apoya en conceptos teológicos adecuados se corre el riesgo de caer en desviaciones que en definitiva hagan a los fieles sustituir lo representado por la materialidad de la figura concreta cayendo, sino en idolatría.
Las imágenes, según la enseñanza de la Iglesia son: signos santos, ayuda para la oración, estímulo para su imitación, forma de catequesis y, en definitiva, traducción iconográfica del mensaje evangélico. La imagen no se venera por ella misma sino por lo que representa. No se puede tampoco olvidar el aspecto artístico y el decoro que las imágenes deben poseer, aunque siempre teniendo en cuenta que la función principal de las imágenes sagradas es ayudarnos a introducirnos en el Misterio.
Una catequesis adecuada sobre este tema se impone y es función y responsabilidad clara atribuible a los respectivos directores espirituales y responsables de culto. Sobre este tema hay ya mucho comentado. El cardenal Ratzinger, papa Benedicto XVI, en su libro sobre El espíritu de la Liturgia, al tratar sobre las imágenes concluye con las siguientes afirmaciones: “Que la ausencia total de imágenes no es compatible con la fe en la Encarnación de Dios. La iconoclastia no es una opción cristiana. Que el arte sagrado encuentra sus contenidos en las imágenes de la historia de la salvación”.
EVANGELIOS DEL MES DE OCTUBRE
El evangelio que nos ocupa este primer Domingo, Marcos (10,2-16): La ruptura del amor no es evangélica
El evangelio que nos ocupa este Domingo, día del Señor es el de San Marcos (10, 2-16). El evangelio nos trae hoy un tema muy de actualidad EL DIVORCIO. Aunque en esa época y con la concepción de desigualdad que había entre hombre y mujeres podéis imaginaros que siempre salía perdiendo el género femenino. A Jesús se la pregunta por este acto y con su sabiduría intenta que comprendan que esa separación solo responde a la condición humana, al beneficio propio. Jesús explica que el amor del matrimonio parte de la creación y que es garantía de la felicidad y de Amor de Dios. “Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”.
Por ello, todas las leyes y tradiciones que consagran las rupturas del desamor responden a los intereses humanos, a la dureza del corazón. Jesús aparece como radical, pero precisamente para defender al ser inferior, en este caso a la mujer, que no tenía posibilidad de repudio, ni de separación o divorcio. Como la mujer encontrada en adulterio que no tiene más defensa que el mismo Jesús. Jesús hace una interpretación profética del amor matrimonial partiendo de la creación, que todos hemos estropeado con nuestros intereses, división de clases y de sexo. Y es que el garante de la felicidad y del amor es el mismo Creador, quiere decirnos Jesús.
El evangelio que nos ocupa este segundo Domingo, día del Señor, es el Marcos (10, 17-30): El seguimiento, sabiduría frente a las riquezas.
Este evangelio es el que nos narra la preocupación del joven rico por la salvación. En esta lectura vemos como Jesús pone a prueba a su interlocutor preguntándole por la dejadez de los bienes materiales como condición “sine qua non” para alcanzar el Reino de Dios. Jesús no le interesa que seamos pobre materiales sino que al estar pendiente de nuestras riquezas terrenales dejamos de un lado la riqueza del corazón y la sabiduría, no es inmoral ser rico pero se puede ser ciego y no ver más allá del “dorado de nuestras monedas” si nos apegamos demasiado a ellas.
Las riquezas, poseerlas, amarlas, buscarlas es un modo de vida que define una actitud contraria a la praxis del Reino de Dios y a la vida eterna: es poder, seguridad, placer… todo eso no es la felicidad. La alternativa, en este caso, es seguir a Jesús en vez de los preceptos de la ley, que le han permitido ser un hombre rico. En la mentalidad judía, ser un hombre de riquezas y ser justo iban muy unidos. Es eso, por lo mismo, lo que desbarata Jesús para este joven con su planteamiento del seguimiento como radicalidad. Pensar que el seguimiento de Jesús es una opción de miseria sería una forma equivocada de entender lo que nos propone este historia evangélica. Este joven es rico en bienes materiales, pero también morales, porque cumple los mandamientos. ¿Es eso inmoral? ¡No! Pero esa riqueza moral no le permite ver que sus riquezas le están robando la verdadera sabiduría y el corazón. No tiene la sabiduría que busca, porque debe estar todavía muy pendiente de “sus riquezas”. Siguiendo a Jesús aprenderá otra manera de ver la vida, de vez las riquezas y de ver la misma religión.
La lectura del evangelio del tercer domingo de octubre nos lo va a acercar el mismo evangelista. Evangelio: Marcos (10, 35-45): La propuesta de la gloria “sin poder”
En él se pone de manifiesto los intereses de los discípulos y la verdadera meta de Jesús en su caminar hacia Jerusalén. Jesús sabe que su causa puede ser confundida por los que le rodean y siguen anclados en lo material, de ahí la pregunta ¿Quién estará a tu derecha y a tu izquierda? como generales del ejército que encontrarían la grandeza y el poder. Pero nada más lejos de la realidad: “el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”.
Nos acercaremos al cuarto domingo del mes con la lectura de Evangelio: Marcos (10,46-52): El seguimiento y la fe de un ciego.
Marcos nos relata la última escena de Jesús en su camino hacia Jerusalén. Se sitúa en Jericó, la ciudad desde la que se subía a la ciudad santa en el peregrinar de los que venían desde Galilea encontrándose en el camino con un ciego. Jesús lo llama para que se le aproxime. El ciego deja el manto y el cayado en el suelo, se despoja de todo lo que tiene y le protege para ir hacia Jesús. Jesús no solo hará el milagro de devolverle la vista sino que la verdadera cura será el de seguirle hasta su Pasión, muerte y Resurrección.
El gesto del ciego que abandona su manto y su bastón, donde se apoyaba hasta entonces su vida, contrasta con la fuerza que le impulsa a “ir a Jesús” que le llama. ¿Por qué le “llamó” Jesús y no se acerca él hasta el ciego? La misma gente vuelve a repetirle: él te llama. Las palabras y los gestos simbólicos de la narración hay que valorarlos en su justa medida. Diríamos que hoy en el texto son más importantes de lo que parece a primera vista. Jesús “le llama”. La llamada de Jesús, al que el ciego interpela como “hijo de David” tiene mucho trasfondo. Jesús ha llamado a seguirle a varias personas; ahora “llama” a un ciego para que se acerque. No le llama aparentemente para seguirle, sino para curarle, pero la curación verdadera será el “seguirle” camino de Jerusalén, en una actitud distinta de los mismos discípulos que habían discutido por el camino “quién es el mayor”. El ciego no estará preocupado por ello.
Un fraternal saludo en el Señor.