VENTANA DE FORMACIÓN 81. DICIEMBRE 2024

Señor de la Piedad, salvación del mundo, redención del mal, amigo, hermano, padre, has nacido.

Estrella de la mañana, lucero de la tarde, guía de Belén, señal de esperanza, signo de amor, de Ti ha nacido.

Desde la Vocalía de Formación, volvemos a encontrarnos, un mes más, con las Ventanas de Formación, con el objetivo de complementar la formación activa que la Vocalía propone para todos los cofrades con sus actividades durante todo el año. Nuestra Hermandad Dominica y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Piedad, en su Sagrada Presentación al Pueblo, María Santísima de la Estrella, Nuestra Señora del Rosario y Santo Domingo de Guzmán se preparaba una vez más a vivir la Navidad, el tiempo de esperanza y alegría porque el Niño ha nacido entre los hombres.

Su madre, María, también nace cada año en los corazones de su tierra más querida, la nuestra, que nunca olvida celebrar su inmaculada concepción. Solemnidad de la Inmaculada Concepción. El 8 diciembre de 08:00 a 09:00 horas, tendrá lugar en la Iglesia de la Purísima Concepción, la Solemnidad litúrgica de la Inmaculada Concepción. Por otro lado, como no puede ser de otra manera, la Hermandad va a celebrar el adviento con alegría y paz. El próximo 14 de diciembre, la ya tradicional Zambomba de Navidad tendrá lugar en la Plaza de la Purísima Concepción. Como en ediciones anteriores, podremos disfrutar de un ambiente navideño en hermandad, con servicio de plancha y barra, y con música en directo.

Ya en el horizonte quedan las próximas celebraciones de Nochebuena y Navidad, que de nuevo serán los días grandes de diciembre. Os esperamos a todos los hermanos de la Estrella en estos día de concordia y hermandad…

REFLEXIÓN:

En la misa de Nochebuena en la que los católicos conmemoran el nacimiento de Dios, el Papa Francisco nos recuerda que nuestras vidas a menudo transcurren lejos de la gratitud. Hoy es el día adecuado para acercarse al sagrario, al belén, al pesebre, para agradecer.  Dios se hizo Niño, para dejarse abrazar por nosotros. la Navidad nos recuerda que Dios sigue amando a cada hombre, incluso al peor, aunque no estemos a la altura. Dios no te ama porque piensas correctamente y te comportas bien; Él te ama y basta. Su amor es incondicional, no depende de ti.  Jesús nació pobre de todo, para conquistarnos con la riqueza de su amor. Más que nunca en la nochebuena, el amor venció al miedo, apareció una nueva esperanza, la luz amable de Dios venció la oscuridad de la arrogancia humana. Tampoco nosotros podemos esperar que el prójimo cambie para hacerle el bien, que los demás nos tengan consideración para servirlos. Empecemos nosotros.

SIGNIFICADOS:

Continuamos con el repaso a la liturgia. Esta vez hablando de: LOS GRADOS DE LAS CELEBRACIONES

Las celebraciones de la Iglesia Católica se dividen en celebraciones del Señor, de la Virgen y de los Santos, y a su vez, cada uno de estos grupos y dependiendo de su grado de importancia, en cuatro clases:

Las solemnidades. Días que por ser considerados muy importantes por la Iglesia se equiparan a domingos y comienzan a celebrarse, por lo tanto, en las Vísperas. Son las siguientes: Santa María, Madre de Dios; la Epifanía del Señor; San José; la Anunciación del Señor; la Natividad de San Juan Bautista; San Pedro y San Pablo; la Asunción de la Virgen María; Todos los Santos; la Inmaculada Concepción de Santa María; Natividad del Señor, la Ascensión del Señor; Pentecostés; la Santísima Trinidad; el Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo; el Sagrado Corazón de Jesús; y Jesucristo, Rey del Universo.

Como se ve, la Virgen tiene tres solemnidades, los santos cuatro y el resto de las solemnidades son para el Señor. La solemnidad por excelencia es el domingo de Pascua, en que celebramos la Resurrección. Estas solemnidades tienen todo propio como las lecturas, prefacio, oraciones e incluso bendiciones. Comienzan en las Vísperas, al igual que si fueran domingo. En España, la festividad de Santiago Apóstol —patrón de España— es también celebrada como solemnidad. Algunas solemnidades tienen octava, como Navidad y Pascua, aunque la octava de Pascua excluye totalmente otras celebraciones, cosa que no pasa en Navidad, que admite en su octava las fiestas de san Esteban, san Juan Evangelista, los Santos Inocentes, Sagrada Familia y María, Madre de Dios. La octava de Pentecostés está suprimida. Algunas solemnidades tienen misa de vigilia, que se dice en la tarde anterior, como es el caso de las solemnidades de la Natividad del Señor, la Pascua de la Resurrección, Pentecostés, la Natividad de san Juan Bautista, San Pedro y san Pablo, la Asunción de la Virgen María. En la última edición típica, la tercera, del Misal de Pablo VI se han añadido a esta lista la Epifanía del Señor y la Ascensión del Señor.

Las fiestas. Son días litúrgicos de menor rango que las solemnidades y se celebran dentro del día natural, salvo que se traten de fiestas del Señor que caigan en domingo, teniendo entonces primeras Vísperas. Citaremos las fiestas de los distintos apóstoles, el Bautismo de Jesús, Sagrada Familia y otras.

Las memorias. Son conmemoraciones de los santos y algunas de la Virgen. Se clasifican en obligatorias y las memorias libres, que son opcionales. Las memorias, generalmente, tienen como propio la oración colecta, aunque algunas tienen las antífonas y el resto de las oraciones propias. Las memorias obligatorias que caigan en los días de Cuaresma pueden ser celebradas solamente como memorias libres y cuando en un mismo día el calendario propone varias memorias libres, solamente se puede celebrar una, omitiendo las demás. En la tercera edición del Misal se han incorporado en el Calendario romano general como memorias libres las celebraciones del Santísimo Nombre de Jesús (3 de enero) y del Santísimo Nombre de María (12 de septiembre).

Según el calendario litúrgico, tienen categoría de solemnidad las siguientes celebraciones propias de cada lugar: Solemnidad del Patrón principal del lugar, sea pueblo o ciudad. Solemnidad de la Dedicación y aniversario de la Dedicación de la iglesia propia.  Solemnidad del Título de la iglesia propia.  Solemnidad o del Título, o del Fundador y del Patrono principal de la Orden o Congregación religiosa.

Para terminar, se puede decir unas palabras sobre los días de precepto, a saber: los domingos y además los días de Navidad, Epifanía, Ascensión, Corpus Christi, Santa María Madre de Dios, Inmaculada, Asunción, San José, santos Apóstoles Pedro y Pablo y Todos los Santos. Aún así se autoriza a las Conferencias Episcopales a trasladar algunas de esas solemnidades a domingo.  Las solemnidades del Señor pasadas a domingo se celebran como día propio, Corpus y Ascensión, para no dejar de celebrar estas fechas ya que en muchos países no las consideraba fiestas de descanso.

EVANGELIOS DEL MES DE DICIEMBRE

El evangelio que nos ocupa este primer Domingo, Evangelio: Lucas (21,25-28.34-36): Se acerca nuestra liberación

Todos los años comenzamos el nuevo ciclo litúrgico con el Adviento, que es presencia y es llegada. Es una presencia de siempre y constantemente renovada, porque nos preparamos para celebrar el misterio del Dios que se encarna en la grandeza de nuestra miseria humana.

En este Primer Domingo de Adviento del año litúrgico, que estará apoyado fundamentalmente en el evangelio de Lucas, se ofrece un mensaje lleno de fuerza, una llamada a la esperanza, que es lo propio del Adviento: Levantad vuestras cabezas porque se acerca vuestra liberación. Esa es la clave de la lectura evangélica del día. No son los signos apocalípticos los que deben impresionar, sino el mensaje de lo que se nos propone como oferta de parte de Dios. Los signos apocalípticos, en este mundo, siempre han ocurrido y siempre estarán ocurriendo.

Es lo propio de Lucas: la vigilancia que pide es teológica, la que mantiene abiertos los ojos del alma y de la vida. En la obra de Lucas, el talante de oración es la clave de las grandes decisiones de Jesús y de la comunidad. Y este momento que describe es clave en cada historia personal y de toda la humanidad. En definitiva, la llamada a la “vigilancia en la oración” responde muy bien a que la conducta del cristiano debe inspirarse más en la esperanza que en el temor.

Y sólo hay un camino para no caer en ese desamparo inhumano: vigilar, creer y esperar que del evangelio, del mensaje de Jesús, de su Dios y nuestro, nos viene la salvación, la redención, la liberación. Por eso, en la liturgia del Primer Domingo de Adviento se pide y se invoca a la libertad divina para que salga al encuentro del impulso desvalido de nuestra impotencia.

El evangelio  que nos ocupa este segundo Domingo, día del Señor, es el Santo evangelio según san Lucas 1, 26-38

El evangelio de la “anunciación” viene a llenar una laguna, algo que muchos echan de menos en el evangelio de Marcos. Por eso, en el último domingo de Adviento se recurre al tercer evangelio, que es el único que nos habla de María como la auténtica mujer profética que va perfilando, con sus gestos y palabras, lo que posteriormente llevará a cabo su hijo, el Hijo del Altísimo con que se le presenta en la anunciación. Esto ocurre así, en la liturgia de hoy, previa a la Navidad, porque si Juan el Bautista es una figura iniciadora de este tiempo litúrgico, es María la figura que lleva a plenitud el misterio y la actitud del Adviento.  Esta mujer de Nazaret será llamada por Dios, precisamente para que ese Dios sea el Enmanuel, el Dios con nosotros, el Dios humano.

El papel de María en esta acción salvadora de Dios no solamente es discreto, sino misterioso. Ella debe entregar todo su ser, toda su feminidad, toda su fama, toda su maternidad al Dios de los hombres. No se le pide un imposible, porque todo es posible para Dios, sino una actitud confiada para que Dios pueda actuar por nosotros, para nosotros. No ha elegido Dios lo grande de este mundo, sino lo pequeño, para estar con nosotros. María es la que hace sensible y humano el Adviento y la Navidad.

La lectura del evangelio del tercer domingo nos lo va a acercar el mismo evangelista. Evangelio. Lucas (3,10-18): La alegría del compartir

La escritura nos traslada a una escena preciosa junto a Juan El Bautista donde nos enseña lo importante que es compartir con los demás. San Lucas humaniza el mensaje del Bautista, el amor hacia los demás compartiendo con ellos todo lo que tenemos, siendo justos con nosotros mismos y con nuestros hermanos.  San Juan pide un cambio de rumbo en nuestro vivir, dándonos un mensaje de honradez con la posibilidad de contribuir a la verdadera paz que nos traerá alegría. Así mismo acalla los rumores que le nombraban como Mesías diciendo “yo os bautizo con agua, pero el que viene os bautizara con Espíritu Santo y fuego….”

Nos acercaremos al cuarto domingo del mes con la lectura de Evangelio: Lucas (1,39-45): María: confianza absoluta en Dios

Donde nos relata la visita de María a su prima Isabel, embarazada de Juan  el Bautista, con la que quiere compartir al gozo y la alegría de lo que Dios hace por su pueblo. Es como una visita divina ya que María podría llevar ya en su vientre al Mesías, al heredero del trono de David, esta escena de la visitación es done se arranca el elogio para el creyente por parte de Isabel “la que ha creído” (he pisteúsasa). Vemos a María ensalzada por su fe, porque ha creído el misterio escondido de Dios y está dispuesta a prestar su vida para que los hombres  no se pierdan por los caminos de la vida, porque puede traer en su seno a aquél que salvará a la humanidad.

La lectura del último evangelio del mes y del año, corresponde al Evangelio: Lucas (2,41-52): «Las cosas de mi Padre»

Esta escena del evangelio, “el niño perdido”, ha dado mucho que hablar en la interpretación. Es la última escena de evangelio de la Infancia de Lucas y no puede ser simplemente un añadido “piadoso” como alguno se imagina. Es la primera palabra que Jesús va a pronunciar en el evangelio de Lucas.

Reducirla simplemente a una escena anecdótica para mostrar la “obediencia” de Jesús a sus padres, sería desvalorizar su contenido dinámico. Es verdad que estamos ante una escena familiar, y en ese sentido viene bien en la liturgia de hoy. El que se apunte a la edad de los doce años, en realidad según el texto podríamos interpretarlo “después de los doce”, es decir, los treces años, que es el momento en que los niños reciben su Bar Mitzvá. A partir de su Bar Mitzvá es ya adulto y responsable de sus actos y de cumplir con los preceptos. De ahí que se nos muestre discutiendo con los “los maestros” en el Templo, al “tercer día”. Este relato, en principio, debe más a su simbología de la pascua que a la anécdota histórica de la infancia de Jesús. Por eso mismo, la narración es toda una prefiguración de la vida de Jesús que termina, tras pasar por la muerte, en la resurrección.

Las palabras de Jesús a su madre se han convertido en la clave del relato: “¿no sabíais que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?”.  Jesús está entre los doctores porque debe discutir con ellos las cosas que se refieren a los preceptos que ellos interpretan y que sin duda son los que, al final, le llevarán a la muerte y de la muerte a la resurrección. Por eso debemos concluir que ni se ha perdido, ni se ha escapado de casa, sino que se ha entregado a una causa que ni siquiera “sus padres” pueden comprender totalmente. Si hoy se ha escogido para la fiesta de la Sagrada Familia, deberíamos tener muy en cuenta que  aquí se invita a considerar que el Hijo de Dios se ha revelado y se ha hecho “persona” humana en el seno de una familia, viviendo las relaciones afectivas de unos padres, causando angustia, no solamente alegría, por su manera de ser y de vivir en momentos determinados. Es la humanización de lo divino.  Es esto lo que se preanuncia en esta narración, antes de comenzar su vida pública, en que fue necesario salir de Nazaret, dejar su casa y su trabajo… Así es como se ocupaba de las cosas del Padre.

Un fraternal saludo en el Señor y FELIZ NAVIDAD.

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