Ventana de Formación. Nº 14. Enero 2018

EDITORIAL

Comienza un nuevo año. Un nuevo año que debe ser para cada uno de nosotros un motivo de alegría y de llevar a cabo propósitos de mejora. Mejora de debe ir encaminada a seguir el camino que nos marca Jesús con sus gestos y con sus enseñanzas.

Seamos nosotros misioneros dentro de nuestra Cofradía para llevar a cada uno de los Hermanos nuestro amor y nuestras buenas acciones, parra que sean el reflejo vivo de que Jesús está entre nosotros.

Que por intercesión de nuestra Madre de la Estrella busquemos la figura de Jesús de la Piedad para que nos ilumine y nos ayude a llevar la carga diaria con mas ligereza y esperanza.

Durante este mes de Enero tendrán lugar varias fiestas en nuestro calendario. El día 1 se celebra la Jornada Mundial de la Paz, a la que haremos una mención especial en esta publicación. El día 6 tendrá lugar la Epifanía del Señor, es decir lo que para todos debe significar un día de ilusión, la venida de sus Majestades los Reyes Magos de Oriente.

Jornada mundial de la paz 2018

El día 1 de Enero tiene lugar la Jornada Mundial de la Paz. El mensaje del Papa Francisco para este día es “Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz”.

El primer llamamiento que nos hace es dar a todo el mundo un deseo de paz. Es una aspiración profunda de todas las personas y de todos los pueblos, especialmente de aquellos que más sufren por su ausencia, y a los que tengo presentes en mi recuerdo y en mi oración. De entre ellos quisiera recordar a los más de 250 millones de migrantes en el mundo, de los que 22 millones y medio son refugiados.

¿Por qué hay tantos refugiados y migrantes? En primer lugar podemos hablar de que  los conflictos armados y otras formas de violencia organizada siguen provocando el desplazamiento de la población dentro y fuera de las fronteras nacionales.

Y en segundo lugar porque las personas también migran por otras razones, ante todo por «el anhelo de una vida mejor, a lo que se une en muchas ocasiones el deseo de querer dejar atrás la “desesperación” de un futuro imposible de construir». Se ponen en camino para reunirse con sus familias, para encontrar mejores oportunidades de trabajo o de educación: quien no puede disfrutar de estos derechos, no puede vivir en paz.

Tener una mirada contemplativa. La sabiduría de la fe alimenta esta mirada, capaz de reconocer que todos, «tanto emigrantes como poblaciones locales que los acogen, forman parte de una sola familia, y todos tienen el mismo derecho a gozar de los bienes de la tierra, cuya destinación es universal, como enseña la doctrina social de la Iglesia

Para llevar a cabo esta acción con los migrantes y refugiados, tenemos que contar con estas Cuatro piedras angulares. Estas son: «Acoger» recuerda la exigencia de ampliar las posibilidades de entrada legal, «Proteger» nos recuerda el deber de reconocer y de garantizar la dignidad inviolable de los que huyen de un peligro real en busca de asilo y seguridad, evitando su explotación. «Promover» tiene que ver con apoyar el desarrollo humano integral de los migrantes y refugiados y por último.  «Integrar» significa trabajar para que los refugiados y los migrantes participen plenamente en la vida de la sociedad que les acoge.

Evangelios del mes de ENERO

Con la fiesta de este primer domingo se cierra el ciclo de la Navidad. El evangelio de Marcos (Mc. 1.7-11) nos acerca a un Jesús que ha crecido, se ha hecho grande y sale de su pueblo. Deja a su familia y orienta su vida en una nueva dirección. Lo primero de todo es dirigirse al desierto. Allí se encuentra con Juan el Bautista. Y decide bautizarse. El bautismo de Juan implicaba un real cambio de vida. El que se bautizaba no se obligaba a formar parte de ningún grupo, no se convertía en discípulo de Juan. Pero se comprometía a volver su corazón al Señor, a convertirse, a cambiar su vida para estar preparado ante la venida del Mesías, del enviado de Dios. Bautizarse era abrir el corazón a la presencia de Dios.

El este segundo domingo el evangelista San Juan (Jn. 1,35-42), En el evangelio de hoy comprobamos que al principio los seguidores de Jesús eran muy poquitos, sólo tres: Juan y dos de sus discípulos. También nos dice que Jesús pasaba y es Juan quien repara en Él y les dice: mirad «Este es el Cordero de Dios». Juan conocía las escrituras en profundidad, sabía que el Hijo de Dios había nacido, crecido y vivía de forma humilde,  que moriría  sacrificado como un cordero. Juan y sus discípulos empiezan a seguirlo, sin saber muy bien adonde les llevará ese seguimiento, Jesús ve como lo siguen y se vuelve a preguntarles: ¿Qué buscáis?.

Para seguir a Jesús no debemos fiarnos de lo que dicen de Él los demás, si no que debemos experimentarlo en nuestra propia vida, conocerlo, amarlo, vivir de forma diferente a como la sociedad vive, sabiendo que somos parte de ella, pero nuestro ejemplo debe ser un testimonio claro y fiel para aquellos que andan perdidos, aquellos que no le conocen,

En el evangelio de este tercer domingo, Marcos (Mc. 1,14-20) vemos como Jesús nos trae la Buena Noticia de anunciar a Dios. Un mensaje de esperanza para una sociedad que cada vez vive más el consumismo y el alejamiento de Dios, dejando de lado la espiritualidad.
El tiempo de espera ha terminado, Jesús nos trae un nuevo tiempo, una nueva esperanza porque Dios no quiere abandonarnos a los problemas y sufrimientos, sino que quiere construir junto a nosotros un mundo más justo, humano y solidario.  Jesús anuncia que el reino de Dios está cerca, porque Él lo experimenta, para Él Dios es bueno y misericordioso, es el padre que acoge, abraza y escucha. Dios está aquí entre nosotros y eso ningún profeta lo había dicho. Jesús tiene fuerza y convicción: ¡Dios vive entre nosotros!. Esta afirmación es una llamada a la esperanza, a dejar de lado el desaliento, la amargura, la incertidumbre, porque Dios pone en nosotros la fuerza, la energía y el amor para poder hacer de nuestro mundo un  hábitat de fraternidad y amor.

En este cuarto domingo, de nuevo es Marcos (Mc. 1,21-28), El evangelista  Marcos nos trae hoy la primera vez que Jesús actúa públicamente y lo hace demostrando su poder de sanación. Jesús no se deja condicionar por nada, ni por nadie, por ello su primera curación la hace en sábado, día de descanso para el pueblo judío, y que dedican a escuchar a los escribas que hablan de las tradiciones religiosas de su  pueblo. Pero Jesús ha descubierto el Amor sanador de Dios y quiere restituir al hombre su salud, su libertad, por ello no habla como cualquier profeta, sino con fuerza y sin miedo, porque sabe que Dios lo apoya. Su predicación es diferente, no repite lo que otros han dicho, por ello aquel espíritu al que Jesús ordena que se vaya, aunque se resiste al principio termina por abandonar y dejar que entre la luz en aquel hombre alejado de Dios.

PARA REFLEXIONAR

¿Qué buscamos realmente en el seguimiento a Jesús?

¿Qué nos pasa que dejamos de lado el mensaje de la Buena Noticia?

¿Cuántas personas vivimos hoy como aquel hombre poseído?

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