Ventana de Formación. Nº5. Febrero 2017

EDITORIAL

En este tiempo Ordinario las lecturas corresponden al evangelista Marcos, encontrándonos con el relato evangélico más breve. Es un escrito breve, ágil, en el cual se recogen, sobre todo, hechos y actuaciones de Jesús, y pocas enseñanzas. Y a través de estos hechos y actuaciones nos muestran un hombre totalmente dedicado al servicio de los demás, que proclama que la fuerza de Dios se hace presente en el amor y no en el poder, hasta el punto de dar la vida. Y nos dice que este hombre es el Mesías, el Hijo de Dios, al cual hemos de buscar y encontrar.

Este mes de Febrero nos sirve de antesala al tiempo litúrgico que comienza el próximo día 1 de marzo, miércoles de ceniza, y que es la Cuaresma, a la que dedicaremos una especial atención en el próximo número de esta Ventana Formativa.

La remozada Casa de Hermandad esta ya preparada para ir albergando cada vez más, a todos los colectivos de conforman nuestra Cofradía, y se convierte en un lugar de encuentro fundamental de todos los Cofrades. Os animo desde aquí para que os acerquéis a ella y participéis activamente de todas las actividades que se desarrollan en ella.

Evangelios del mes de FEBRERO

En el primer domingo el evangelista Mateo, en su relato (Mt. 5,13-16), nos habla de la sal y la luz del mundo. La sal sirve para preservar los alimentos, la sal es fuente de vida. Da sabor a la comida, la preserva. La sal no es egoísta, se diluye, no se ve, es simplemente para los demás. Esta es nuestra misión: ser sal, dar sabor a esta enorme olla, dar el sabor del bien, del servicio, de la generosidad, del evangelio, de la cruz de Cristo y de su resurrección. Asimismo, Cristo quiere que cada uno de nosotros sea una luz – unos más pequeños otros más grandes, pero todos brillando – ¡mil puntos de luz – un cielo estrellado! Si cada cristiano encendiera su luz, el mundo sería muy diferente. Cristo quiere que vayamos a sembrar e irradiar luz.

En el segundo, el evangelista Mateo (Mt. 5,17-37), nos recuerda que Jesús no vino a abolir la Ley, sino a cumplirla. Pero ésta no debe ser el eje central de nuestra vida. El eje central en la vida de toda persona, y en especial del cristiano, es «vivir la alegría del Evangelio». Cuando descubrimos a Dios, vivimos el amor, la esperanza, la acogida, la ternura, la cercanía; valores humanos que hacen presente el Reino de Dios en la tierra. Descubrir a Dios es amar a los demás aunque tengan otras ideologías, otras confesiones o etnias distintas. Todos tenemos la gran tarea, seamos cristianos o no, de trabajar por un mundo más justo, cercano y humano.

Jesús nos dice, en este tercer domingo (Mt. 5, 38-48), que debemos amar a los enemigos, concluyendo con este consejo “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”. Se trata de la perfección del amor. Él perdona a sus enemigos y nos pide que nosotros también sepamos amar a nuestros adversarios. Sin duda este amor nos empobrece, nos hace pobres, como Jesús, quien cuando vino, se abajó hasta hacerse pobre.

Si hemos dejado entrar en nuestra vida a Jesús no podemos ser enemigos de nuestros enemigos, sino amigos. Tenemos que aprender a amarlos, a empatizar con ellos aunque nos cueste. Por lo tanto, debemos erradicar de nuestra vida el “el ojo por ojo, diente por diente” y dejar paso al amor y al perdón porque es la única forma de ayudar a construir un mundo más humano y cercano.

En el cuarto y último domingo de este mes, Mateo (Mt. 6,24-34) nos recuerda que no podemos servir a dos amos: a Dios y al dinero. Como cristianos nuestra principal tarea debe ser la equidad, la justicia, el amor y que todos tengamos lo necesario para una vida digna. En un corazón poseído por las riquezas, todo está ocupado por ellas, no hay sitio para la fe. Si, en cambio, se deja a Dios el sitio que le corresponde, es decir, el primero, entonces su amor conduce a compartir también las riquezas y de esta forma las pondremos al servicio de los demás.

PARA REFLEXIONAR

¿Actuamos como Jesús y perdonamos a nuestros enemigos?

¿Te consideras y actúas, como dice Jesús, como sal y luz del mundo?

¿Nos dejamos abrazar el corazón por Dios, para que de esta forma podamos ser más generosos y de esta forma compartir nuestras riquezas con los demás?

Presentacion de Jesús en el templo. Fiesta de la Candelaria

En esta fiesta la Iglesia Católica conmemora el acto de la purificación de la Virgen después del parto de Jesús y de la presentación de éste en el Templo. Todo el planteamiento lo podemos encontrar en el Evangelio de San Lucas (Lc, 2, 22-39). El hecho se fundamentaba en que según la Ley de Moisés, cuando una mujer paría un niño varón había que considerarla impura durante siete días debiendo ir al tempo para ser purificada lo cual podría hacer pasados treinta y tres días después de aquel septenario. Mas si se trataba del nacimiento de una niña, la madre disponía del doble de tiempo para presentarse en el Templo. Como ofrenda podían llevar un cordero o un palomino o tórtola.

José y María llevaron a Jesús al templo de Jerusalén. Como eran pobres, llevaron dos palomas blancas. Al entrar al templo, el anciano Simeón, movido por el Espíritu Santo, tomó en brazos a Jesús y lo bendijo diciendo que Él sería la luz que iluminaría a los gentiles. Después, le dijo a María que una espada atravesaría su alma, profetizando los sufrimientos que tendría que afrontar.

El día 2 de febrero de cada año, se recuerda esta presentación del Niño Jesús al templo, llevando a alguna imagen del Niño Dios a presentar a la iglesia o parroquia. También ese día, se recuerdan las palabras de Simeón, llevando candelas (velas hechas de parafina pura) a bendecir, las cuales simbolizan a Jesús como luz de todos los hombres. De aquí viene el nombre de la “Fiesta de las candelas” o el “Día de la Candelaria”.