VENTANA DE FORMACIÓN 38. JUNIO 2020

Señor de la Piedad, en Ti confiamos, en Ti nos reencontramos, en Ti nos curamos, en Ti nos salvamos, siempre en Ti. .
Estrella, a Ti te pedimos, a Ti te adoramos, a Ti volvemos para vernos a tus pies, a Ti .te buscamos, siempre a Ti….
La vida continua. Un mes más, desde la Vocalía de Formación, volvemos a encontrarnos, con las Ventanas de Formación, con el objetivo de complementar la formación activa que la Vocalía propone. Una cierta normalidad se ha instalado entre nosotros con la esperanza de quedarse. Los cultos en nuestras iglesias se han retomado con unas estrictas normas de seguridad. Esta aparente fase de retomar nuestra vida normal ha provocado que, con un ojo estemos mirando la situación de riesgo en la que aún nos encontramos y con el otro intentemos recuperar las actividades cotidianas. Sin embargo, la vida cofrade, por su misma naturaleza de hermandad en la que nos reencontramos físicamente unos con otros, se ha visto aún mermada y modificada en toda su extensión, con un claro objetivo profiláctico.
Eso no ha impedido el desarrollo de actividades como la retransmisión del Rosario Vespertino de Mª Stma. de la Estrella de 2020 el pasado mes con la ayuda de los medios tecnológicos y las redes sociales que han echado humo en nuestra cofradía, Hermandad Dominica y Cofradía de nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Piedad en su Sagrada Presentación al Pueblo, María Santísima de la Estrella, Ntra. Sra. del Rosario y Santo Domingo de Guzmán, que ha mitigado la lejanía de nuestros amados titulares por otra cercanía virtual que, gracias a Dios, tenemos en nuestras manos, débil consuelo, pero suficiente cuando las causas de fuerza mayor nos lo impide. En esta misma línea, actos anuales como Estrella y Rocío unidas en nuestro caminar en el amor a María Santísima y la Fiesta Estatutaria de Ntro. Padre Jesús de la Piedad, prevista para el 6 de junio, han sido suspendidas. En su lugar la Misa de Acción de Gracias por el curso cofrade que se termina, se podrá seguir a través de las redes sociales de la Hermandad.
Afortunadamente, lo urgente no ha impedido el paso de lo verdaderamente importante. La Vocalía de Caridad de nuestra Hermandad organiza, como en años anteriores, durante todo el mes de junio, una Campaña de recogida de alimentos y de artículos de primera necesidad (alimentos no perecederos, artículos de higiene personal, alimentos infantiles, etc…). Para que esta CAMPAÑA DE CARIDAD sea un éxito contamos con vuestra colaboración (CAJA RURAL ES88 3067 0100 2111 4740 6829).

SIGNIFICADOS
Por otro lado, estamos a las puertas de uno de los Jueves del año que relucen más que el sol: la Festividad del Corpus Christi. Este día también conocido como «El día del Señor», o Fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, es una de las festividades más recientes, y tiene su origen en el Siglo XIII. Surgió como reacción a las herejías que dudaban de la real presencia de Jesucristo en la Eucaristía. A partir de entonces, se proclama dicha realidad con procesiones y alabanzas por las calles la presencia real de Cristo en las especies del Pan y del Vino. Su día de celebración es el Jueves siguiente a la fiesta de la Stma. Trinidad, y es día de precepto, es decir los católicos debemos asistir a misa.
Para conocer el origen de esta festividad hay que remontarse a finales del Siglo XIII. Surgió en Lieja, Bélgica, un movimiento Eucarístico en la Abadía de Cornillón, fundada en 1124 por el Obispo Albero de Lieja. (Por cierto este movimiento dio origen a varias costumbres eucarísticas, como la Exposición y Bendición con el Santísimo Sacramento, el uso de las campanillas durante la elevación en la Santa Misa y la fiesta del Corpus Christi). Surge en esta Abadía, siendo la priora por aquellos años Santa Juliana de Mont Cornillón. Santa Juliana, siempre había anhelado que hubiese una fiesta especial en honor al Santísimo Sacramento de la Eucaristía, este anhelo se intensificó a raíz de una visión que tuvo, en la que la Iglesia tenía apariencia de luna llena con una mancha negra. Entonces la Santa comunicó estas apariciones a Monseñor Roberto de Thorete, obispo de Lieja. En esos tiempos los obispos tenían potestad para ordenar fiestas en sus diócesis. Thorete quedó impresionado y convocó un sínodo en 1246 para que se celebrara la festividad al año siguiente; al mismo tiempo el Papa ordenó que se escribiera el oficio para esa ocasión. La fiesta se celebró por primera vez al año siguiente, el Jueves posterior a la fiesta de la Santísima Trinidad. Más tarde se empezó a difundir por toda Alemania.
En el año 1263, el padre Pedro de Praga, comenzó una peregrinación hacia Roma para orar ante la tumba de San Pedro. En su camino a Roma, hizo noche en la pequeña localidad de Bolsena, muy cerca ya de Roma con la intención de celebrar la Eucaristía en la Iglesia de Santa Cristina. Como de costumbre, y al llegar a la Consagración, elevó la Hostia y pronunció «ESTE ES MI CUERPO», en ese justo momento del pan ácimo (sin levadura) comenzó a brotar sangre que cayó sobre el corporal, entonces el padre Pedro de Praga envolvió la hostia en el corporal y lo dejo sobre el altar. El Papa Urbano IV, por aquél entonces, tenía la corte en Orvieto, al norte de Roma, y muy cerca de Bolsena. El sacerdote entonces acudió al Santo Padre para contar lo sucedido. El Papa envió inmediatamente a un obispo a comprobar lo sucedido y mandó que le trajesen la hostia envuelta en el corporal, esta procesión de la venerada reliquia se produjo el día 19 de junio de 1264. El Papa decidió ir al encuentro de la procesión. Cuando el obispo mostró el corporal manchado de sangre, el papa se arrodilló y dijo: “Corpus Christi (Cuerpo de Cristo)”. El Santo Padre conmovido ante tal prodigio, y a petición de los obispos, permitió que la fiesta y el milagro de Bolsena se divulgue a toda la Iglesia, por medio de la Bula Pontificia «Transiturus» en la que reconoce la festividad del Corpus Christis. Esta fiesta fue fijada en el Jueves después de la octava de Pentecostés, y otorgando indulgencias a los fieles que asistieran a la Santa Misa y al oficio. Finalmente, el Concilio de Trento admite la costumbre de que todos los años, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad; y sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos.

REFLEXIÓN:
En la fiesta del Corpus Christi, millones de católicos dan testimonio de su fe en la presencia real de Jesús en la Eucaristía de un modo público, en las plazas y calles del mundo.
Este día remite también al Jueves Santo, en que se recuerda el histórico momento en que Jesús dio a sus apóstoles la gran misión de continuar celebrando la cena a través de los tiempos, con las palabras: “Haced esto en memoria mía”. Al decir esto, Jesús apuntó a una realidad: cuando se celebra la Eucaristía, el sacerdote invoca el Espíritu Santo y repite las palabras de Jesús en la última cena. El pan y el vino se transforman en el cuerpo y sangre de Cristo. En esto los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de Jesucristo.

EVANGELIOS DEL MES DE JUNIO
El misterio de la Trinidad, cuya solemnidad celebramos el próximo día 6, es la esencia de Dios. La esencia de Dios no es sino su ser; aunque su ser o esencia de “ser” Padre, Hijo y Espíritu. Confesamos que Dios es uno, pero su esencia es de Padre (este concepto abarca todo lo que es un padre y una madre, aunque superados); pero también es Hijo, la esencia de ser un hijo como misterio de generación eterna; y también es por encima de cualquier cosa amor, se expresa a sí mismo, se dice a sí mismo, como amor, como Espíritu. Todo ello en Dios es esencial: no puede ser Padre solo; no puede ser Hijo solo; no puede ser Espíritu solo. La Trinidad, pues, es un diálogo eterno de relaciones de amor, porque el Hijo procede del Padre y el Espíritu del Padre y el Hijo. Hablar de que es Padre, Hijo y Espíritu significa que siente como un padre y una madre; siente la experiencia de ser Hijo con lo que ello significa en relación a unos padres y se expresa como Dios amando, y no de otra manera. Esto es lo más importante de la Trinidad.
Evangelio: (Juan 3,16-18): De la noche a la luz: Dios da vida en Jesús
En el diálogo que Jesús mantiene con Nicodemo, el rabino judío que vino de noche para hablar y dialogar a fondo con Jesús, se muestra, con rasgos insospechados, la razón de la encarnación, el que el “Verbo se hiciera carne”. La encarnación del Hijo se explica por el amor que Dios siempre ha tenido al mundo. Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo; quien cree en él experimenta la verdadera salvación. “Tener vida” es uno de los conceptos claves de la teología joánica. Sabemos que se refiere a la vida espiritual, lo más interior y profundo de ser humano. Es verdad que no se trata de una vida biológica, ni del quedarse en este mundo, aunque sea arrastrándonos. Sencillamente porque la “Trinidad”, más que un conglomerado sustancial y metafísico de esencia, personas o naturalezas, es un misterio insondable de dar vida, de amar sin medida, de liberar de angustias y “pesos” muertos… El Dios de la Biblia, el Dios trinitario -el Padre, el Hijo y el Espíritu-,nos ha dado la vida, para vivir con Él la vida verdadera, que nos ha revelado en Jesús y que nos ofrece por su Espíritu.
Evangelio: (Jn 6,51-58): El pan de una vida nueva, resucitada
El texto de Juan es una elaboración teológica y catequética del simbolismo del maná, el alimento divino de la tradición bíblica, que viene al final del discurso sobre el pan de vida. Pero se ha impuesto en la tradición cristiana el sentido eucarístico.
El evangelio de Juan, habla de la carne y de la sangre. Sabemos que su cuerpo y su sangre deben significar una realidad distinta, porque El es ya, por la resurrección, una persona nueva, que no está determinada por el cuerpo y por la sangre que nosotros todavía tenemos. Y es muy importe ese binomio que el evangelio de Juan expresa: la eucaristía-resurrección es de capital importancia para repensar lo que celebramos y lo que debemos vivir en este sacramento. El evangelista entiende que comer la carne y beber la sangre (los dos elementos eucarísticos tradicionales) lleva a la vida eterna. Esta dimensión se realiza mediante el proceso espiritual de participar en el misterio del “verbo encarnado” que en el evangelio de Juan es de una trascendencia irrenunciable.
Evangelio (Mateo 10,26-33)
Ahora, la palabra de Jesús es radical: no temáis a los hombres que lo único que pueden hacer es quitar la voz; pero incluso en el silencio de la muerte, la verdad no quedará obscurecida. Esta es una sección que forma parte del discurso de misión de Jesús a sus discípulos según lo entiende Mateo. No es un texto cómodo, justamente porque la misión del evangelio debe enfrentarnos con los que quieren callar la verdad, y es que la proclamación profética y con coraje del evangelio, da la medida de la libertad y de la confianza en Dios. Jesús pronunció estas palabras recogidas por Mateo, en el discurso de misión, sabiendo que el rechazo de los mensajeros estaba asegurado. Por eso se debe tener el «temple profético» para dejarse seducir por Dios y no por el temor a los poderosos de este mundo. No se trata solamente de ser combativos, dispuestos a la polémica, sino de creer en la verdad del evangelio que, no mata, sino que trasforma.
Evangelio (Mateo 10,37-42): Las verdaderas radicalidades evangélicas
El evangelio de este domingo vuelve sobre el «discurso de misión». Mateo señala para su comunidad que ser discípulo y seguidor de Jesús lleva consigo el vivir en conflicto. Perseverar en el discipulado supone romper ciertas tradiciones que nos atan, hasta las más familiares. No se trata de romper afectos familiares, sino lazos que no nos dejan libres. En un «crescendo» eficaz de la alternativa radical que se nos presenta en esta parte del discurso misionero, se pone de manifiesto que cuando la familia nos impone sus criterios de amor o de odio, de intereses mundanos o de herencia, el discípulo estará en conflicto. Pero Mateo pone de manifiesto que nadie puede estar por encima del evangelio. Jesús, al pedir amarle a El más que a la familia, no está desestabilizándola; está proponiendo una nueva forma de ser hijo, de ser padre o madre y de ser hermano. Es una nueva propuesta en la que no se imponen o no se deben imponer imperiosamente los lazos de sangre, el clan familiar, la cultura heredada, los criterios impositivos de los más fuertes o de lo que siempre se debe hacer. El cristiano seguidor de Jesús, amante de la verdad del evangelio, debe amar al padre, a la madre, al hermano, pero nunca debe, a causa de ellos, ceder al odio, al rencor, a la violencia, a la maldición. El cristiano está llamado a una cadena mucho más grande de solidaridad, hasta dar de beber un vaso de agua a cualquiera, sea quien sea, incluso al enemigo nuestro o de nuestra familia. Así es como debemos entender estas palabras del evangelio de la misión.

Un fraternal saludo en el Señor. Cuidaos al máximo.