VENTANA DE FORMACIÓN 53. ENERO 2022

Señor de la Piedad, que en el Nuevo Año que comienza, tengas Piedad de todos nosotros, como tu Santo Nombre nos recuerda, para un futuro incierto, excepto en tu mente.
Estrella, que en el Nuevo Año que comienza, seas nuestra guía en el mar oscuro de la vida, como tu Santo Nombre nos recuerda, Guía de nuestras vidas en otro año oscuro.

Desde la Vocalía de Formación, volvemos a encontrarnos, un mes más, un año más, con las Ventanas de Formación, con el objetivo de complementar la formación activa que la Vocalía propone para todos los cofrades con sus actividades durante todo el curso cofrade. Este mes, el primero de 2022, nos vuelve a abrir un año más, de nuevo lleno de interrogantes y de esperanza, sobre todo para todos aquellos llenos de la fe en nuestros titulares, Piedad y Estrella, más necesarios que nunca. A pesar de la situación sanitaria, la vida cofrade continúa en el seno de nuestra Hermandad Dominica y Cofradía de nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Piedad en su Sagrada Presentación al Pueblo, María Santísima de la Estrella, Ntra. Sra. del Rosario y Santo Domingo de Guzmán. Tras la celebración de la Navidad y la magnífica exposición Redemptoris Mundi, en colaboración con la Junta de Andalucía, en la Casa de Hermandad hasta el 30 de diciembre (una oportunidad de ver, desde un punto de vista distinto al tradicional belén), vuelven los actos litúrgicos con la celebración de la Eucaristía de Primero de Mes, el día 8 de enero de 2022, a las 19:30 en la Iglesia de la Purísima Concepción.

SIGNIFICADOS:
Los cristianos siempre han creído que el nombre de Jesús tiene poder, pero muchos no conocen su significado. ¿Qué significa este nombre? ¿De dónde viene? Ante todo, el nombre “Jesús” le fue dado a María a través del mensaje angélico de Gabriel: “Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” (Lucas 1,31). La palabra Jesús es la forma latina del griego Iesous, que a su vez es la transliteración del hebreo Jeshua, o Joshua, o también Jehoshua, que significa es “[Dios] es salvación”. En realidad significa «Yah es salvación», (Yah es apócope de Yahveh). Por eso, el Catecismo de la Iglesia Católica añade, “Jesús significa en hebreo:‘Dios salva’. En la anunciación, el ángel Gabriel le dio el nombre de Jesús como el más apropiado, signo de su identidad y de su misión”. Este nombre llegó al español desde su variante en arameo, Yēšūa (ישוע), a través del latín Iesus (Iesvs). Sin embargo, se podría traducir también como Josué, ya que es otra adaptación del mismo nombre.
Aunque el nombre en una forma u otra aparece frecuentemente en el Antiguo Testamento, no lo llevó ninguna persona destacada desde el tiempo de Josué, hijo de Nun, y Josué, sumo sacerdote en tiempos de Zorobabel. También fue el nombre del autor del Eclesiástico, de uno de los antepasados de Cristo mencionados en la genealogía, que se halla en el Tercer Evangelio, y de uno de los compañeros de San Pablo.
El nombre era popular en el Antiguo Testamento y durante la época del nacimiento de Jesús. Por esta razón, a nuestro Señor frecuentemente se le llamaba «Jesús de Nazaret», diferenciándolo de su casa natal, la ciudad de Nazaret en Galilea (Mateo 21:11, Marcos 1:24, Lucas 18:37, Juan 1:45, Juan 19:19, Hechos 2:22). Durante el período helénico, Jasón, nombre puramente griego y análogo de Jesús, parece haber sido adoptado por muchos. El nombre griego está relacionado con el verbo iasthai, sanar; no sorprende, por lo tanto, que algunos de los Padres griegos hayan asociado la palabra Jesús con la misma raíz. Si bien en el tiempo de Cristo el nombre Jesús parece haber sido bastante común, fue impuesto al Niño Jesús que estaba destinado a “salvar a su pueblo de sus pecados.”
El nombre de Jesús está en el corazón de la oración cristiana. Todas las oraciones litúrgicas se concluyen con la fórmula “Por Nuestro Señor Jesucristo…”. Y el “Ave María” culmina con “bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”.
En cuanto a Salvador, como nombre, Significa ‘el que salva’, y deriva del nombre latino Salvator, del verbo salvare. Los primeros cristianos asumieron el nombre Salvatōre como traducción de Jesús, ya que inicialmente se consideraba irreverente usar el nombre de Jesús como antropónimo.
En cuanto al Santísimo Nombre de Jesús, el Evangelio (Lc 2, 21) dice: “Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción”. Después de haber hecho memoria el 1 de enero del momento en que le fue impuesto a Jesús su Nombre en la ceremonia de la circuncisión, el domingo entre la Octava de Navidad y Epifanía, se dedica una fiesta propia a la veneración de dicho Nombre. Cuando no ocurre, se traslada al 2 de enero.

EVANGELIOS DEL MES DE ENERO
La lectura que nos ocupa este primer domingo, día del Señor, es la Lectura del santo Evangelio según san Juan (1,1-13)
Este segundo domingo de Navidad, después de la fiesta de María Madre de Dios con que abrimos el año nuevo, es una profundización en los valores más vivos de lo que significa la encarnación del Hijo de Dios. Esta es una de las páginas más gloriosas, profundas y teológicas que se hayan escrito para decir algo de lo que es Dios, de lo que es Jesucristo, y de lo que es el hecho de la encarnación, en esa expresión tan inaudita: el “Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. La encarnación se expresa mediante lo más profundo que Dios tiene: su Palabra. El evangelio de Juan, pues, no dispone de una tradición como la de Lucas para hablarnos de la anunciación y del nacimiento de Jesús, pero ha podido introducirse teológicamente en esos misterios mediante su teología de la Palabra. Jesús, pues, también se ha encarnado para hacer nuestra palabra (que expresa nuestros sentimientos y pensamientos, nuestro yo más profundo, lo que sale del corazón) una palabra de luz y de misericordia; de perdón y de acogida. El Verbo ilumina con su luz. La iniciativa no parte de la perentoria necesidad humana, sino del mismo Dios que contempla la situación en la que se encuentra la humanidad. Suya es la iniciativa, suyo el proyecto. En el Verbo estaba la vida y la vida es la luz de los hombres. Por eso viene a los suyos, que somos nosotros.

Seguiremos el mes de enero con la Lectura del santo Evangelio según san Lucas (3, 15-16. 21-22).
El Bautismo de Jesús se enmarca en el movimiento de Juan el Bautista que llamaba a su pueblo al Jordán (el río por el que el pueblo del Éxodo entró en la Tierra prometida) para comenzar, por la penitencia y el perdón de los pecados, una era nueva donde fuera posible volver a tener conciencia e identidad de pueblo de Dios. Jesús quiso participar en ese movimiento por solidaridad con la humanidad. Juan el Bautista tiene que deshacer falsas esperanzas del pueblo que le sigue. Él no es el Mesías, sino el precursor del que trae un bautismo en el Espíritu: una presencia nueva de Dios. El bautismo de Jesús, en Lucas, tiene unas resonancias más proféticas. Hace oración porque al salir del agua (esto se ha de tener muy en cuenta), y estando en oración, desciende el Espíritu sobre él.

Nos trasladamos en el tercer domingo de enero a la Lectura del santo Evangelio según san San Juan (2, 1-12) a una boda en Caná de Galilea donde estaba la madre de Jesús; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Se nos presenta el primer signo que Jesús hace en este evangelio y que preanuncia todo aquello que Jesús realizará en su existencia. Podríamos comenzar por una descripción de una fiesta de bodas, en un pueblo, en el ámbito de la cultura hebrea oriental donde el centro de atención es sin lugar a dudas María y Jesús. María actúa, más que como madre, como persona atenta a una boda que representa la religión judía, en la que ella se había educado y había educado a Jesús. En este relato de la boda obra mucha importancia el “vino” que se menciona hasta cinco veces, ya que el vino tiene un significa mesiánico. Y, además, esto no se entiende como un milagro, sino como un “signo”, el primero de los seis que se han de narrar en el evangelio de Juan.

En el cuarto domingo de enero, entraremos en el Evangelio de San Lucas (1,1-4; 4,14- 21).
San Lucas, con su mentalidad occidental, cuidadosa, se ha informado cuanto ha podido para escribir sobre Jesús de Nazaret. No obstante, su obra no es la “historia de Jesús”, una historia más, sino que, como en el caso de Marcos, es el evangelio, la buena noticia de Jesús lo que importa. Por eso, en realidad, la lectura del evangelio tiene su fuerza en el episodio de Jesús en la sinagoga de Nazaret, donde se había criado. “Fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el Libro del Profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.»
En el último domingo de enero, asistimos a la lectura del Evangelio según San Lucas (4,21-30): El evangelio liberador, palabra de gracia

“Esta escritura comienza a cumplirse hoy”. Así arranca el texto del evangelio que complementa de una forma práctica el planteamiento que se hacía el domingo pasado sobre la escena-presentación de Jesús en su pueblo, donde se había criado, en Nazaret. Esta escena prototipo de todo lo que Jesús ha venido a hacer presente, apoya que las palabras sobre la gracia, exclusivamente las palabras liberadoras, se convierten en santo y seña de su vida y de su muerte. El “hoy”, que Jesús interpreta en la sinagoga, es que ha llegado el tiempo de que las palabras proféticas no se queden solamente en “escritura sagrada”. De eso no se vive solamente. Son realidad de que Dios “ya” está salvando por la palabra de gracia.
Jesús ha sido llamado para arrancar de la religión de Israel, y de toda religión, la venganza de Dios, y para plantar en el mundo entero una religión de vida. Los ejemplos que Lucas ha escogido para apoyar lo que Jesús hace –lo del gran profeta Elías y su discípulo Eliseo-, muestran que la religión que sigue pensando en un Dios manipulable o nacionalista, es una perversión de la religión y de Dios mismo. La salvación ha de anunciarse a los pobres, como se ve en la primera parte de esta escena de Nazaret, y ello supone que Jesús, en nombre de Dios, ha venido a condenar todo aquello que suponga exclusión y excomunión en nombre de su Dios. Eso será lo que le lleve a la muerte como compromiso de toda su vida. Y así se pre-anuncia en el intento de apedreamiento en Nazaret. Esta no es una huida cobarde, sino “entre ellos”, pasando por la entraña de la muerte… se marchó… a la vida nueva.

FRASES PARA REFLEXIONAR:
• el “Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”
• Jesús quiso participar en ese movimiento por solidaridad con la humanidad
• En este relato de la boda obra mucha importancia el “vino” que se menciona hasta cinco veces, ya que el vino tiene un significa mesiánico.
• El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido
• Jesús ha sido llamado para arrancar de la religión de Israel, y de toda religión, la venganza de Dios, y para plantar en el mundo entero una religión de vida

Un fraternal saludo en el Señor y Feliz Año Nuevo.

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