Ventana de Formación. Nº 2. Noviembre 2016

EDITORIAL

Durante este mes de noviembre, viviremos varias fechas importantes. Las primeras serán las festividades de todos los santos y la conmemoración de todos los fieles difuntos. La segunda será el día 20 clausurando el año de la Misericordia, y la última será el domingo 27, en el que comenzamos un nuevo tiempo litúrgico, es decir, un nuevo camino del pueblo de Dios con Jesucristo. Este tiempo de Adviento que de nuevo comenzamos, nos devuelve el horizonte de la esperanza, una esperanza que no decepciona porque está fundada en la Palabra de Dios. El modelo de esta actitud espiritual, de este modo de ver y caminar en la vida, es la Virgen María. Ella lleva en el corazón toda la esperanza de Dios. En su seno la esperanza de Dios se hizo carne, se hizo hombre, se hizo historia: Jesucristo.

AÑO DE LA MISERICORDIA

El próximo día 20 de noviembre, coincidiendo con la festividad de Jesucristo Rey del Universo, finaliza el año de la Misericordia, el cual fue anunciado por el Papa Francisco en el segundo aniversario de su elección como Pontífice el día 13 de marzo del pasado año, durante la homilía que dio inicio a las 24 horas para el Señor, una propuesta celebrada en todo el mundo para promover la apertura extraordinaria de las iglesias favorecer la celebración del sacramento de la Reconciliación.

Con tal motivo, la Hermandad ha organizado una Charla que tendrá lugar el próximo día 18 de Noviembre a las 20 horas en la Iglesia Conventual de la Purísima Concepción bajo el título “MARÍA, MADRE DE MISERICORDIA, MODELO DE LA IGLESIA”. La misma correrá a cargo de D. Francisco Juan Martínez Rojas, Vicario General de la Diócesis y Deán de la Catedral de Jaén. Quedáis todos invitados a este acto. ¡¡ OS ESPERAMOS!!

Evangelios del mes de noviembre

En el primer domingo la lectura del evangelio de Lucas (Lc 20,27-38), encontramos a Jesús enfrentado con los saduceos, quienes negaban la resurrección. Si miramos solo con ojo humano, estamos predispuestos a decir que el camino del hombre va de la vida a la muerte. Jesús da un giro a esta perspectiva y afirma que nuestra peregrinación va de la muerte a la vida, la vida plena. Nosotros estamos en camino, en peregrinación hacia la vida plena, y es ésta la que ilumina nuestro camino.

En el segundo, Lucas (lc 21, 5-19), día de la Iglesia Diocesana, Jesús nos desplaza la atención a dos verdaderas cuestiones. La primera, no dejarse engañar por los falsos mesías y no dejarse paralizar por el miedo. Y la segunda es, vivir el tiempo de la espera como tiempo del testimonio y de la perseverancia. Estamos llamados a tener esperanza y tener paciencia, a saber esperar los frutos seguros de la salvación, confiando en el sentido profundo de la vida y de la historia.

En el tercer domingo, solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, el evangelio de Lucas (Lc 23, 35-43), nos acerca a Cristo como centro de la historia de la humanidad. A Él podemos referir las alegrías y la esperanza, las tristezas y las angustias que entretejen nuestra vida. Cuando Jesús es el centro, incluso los momentos más oscuros de nuestra existencia se iluminan y nos da esperanza, como le sucedió al buen ladrón en el evangelio. Mientras todos se dirigen a Jesús con desprecio, aquel hombre, que se ha equivocado en la vida pero se arrepiente , al final se agarra a Jesús crucificado implorando “Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. Y Jesús le promete “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.

En el cuarto y último domingo, el que nos da paso a un nuevo tiempo litúrgico, y en el que encendemos la primera vela de la corona de Adviento el evangelista Mateo (Mt. 24, 37-44), nos habla de cómo Jesús nos anima a estar en vela, porque no sabemos cuándo vendrá realmente el Señor. Nos tenemos que mantener despiertos no por miedo, sino por amor. Una espera orante, tenemos que estar atentos a lo que el Señor nos va indicando en cada momento, para preparar y anunciar su venida. Tenemos que ir más allá de nosotros mismos porque la esperanza no es una actitud de ceguera, sino de corazón.

PARA REFLEXIONAR

¿Qué me aporta la fe a nivel personal, cuando pierdo a un ser querido?

¿Creo realmente que al dejar esta vida, me encontraré cara a cara con el Dios de la vida?

¿Somos los suficientemente perseverantes en la fe, en el amor?

¿Trabajamos como hermanos, como Iglesia, para ser testimonio de los valores del Reino: entrega y amor a los más desfavorecidos?

¡Despertemos!, caigamos en la cuenta, ¿ la iglesia, y todos en general, debemos ser esperanza y luz para realmente anunciar y preparar la venida del Mesías?

TIEMPO DE ADVIENTO

Se conoce como Adviento al tiempo santo en que celebra la Iglesia los cuatro domingos anteriores a la Navidad. El Adviento es un tiempo de alegría para los cristianos, caracterizado por la preparación espiritual del nacimiento de Jesús.

El Adviento comienza en el domingo más próximo del día 30 de noviembre y termina el día 24 de diciembre, convirtiéndose en el primer tiempo del año litúrgico cristiano. La duración del Adviento varía entre veintidós y veintiocho días, tiempo dedicado a la reflexión, penitencia y oración como preparación para recibir al Señor Jesucristo

Etimológicamente, la palabra Adviento es de origen latín “adventum” que significa “llegada”.

Corona de Adviento

Este elemento surgió en la edad media como símbolo de amor y luz hacia Dios. La corona de Adviento se caracteriza por ser una corona de ramas, pueden ser de pino o abeto, con cuatro velas, por lo general son 3 de color morado y una rosado. La primera vela, es encendida en el primer domingo de Adviento y las restantes son encendidas durante las siguientes semanas.

La corona de Adviento está llena de simbolismo:

* Su forma circular, representa la eternidad y su color, esperanza.

* De observar, una cinta de color rojo en la corona, simboliza el amor de Dios por la humanidad y el amor de los fieles que esperan el nacimiento de Jesús.

* Las 4 velas, representan las cuatro semanas de Adviento y son encendidas en cada domingo de este tiempo litúrgico.