VENTANA DE FORMACIÓN 56. ABRIL 2022
Señor de la Piedad, ya aguardan los adoquines de tus calles dominicas el ansiado paso de tus costaleros. Ya anhelan tus devotos el ansiado paso de tus pies de madera. Ya esperan…
Estrella, ya aguardan los balcones los pétalos volar sobre tu palio. Ya anhelan las esquinas de tus callejones dominicos el roce de tus faldones de espuma lucera. Ya están…
Desde la Vocalía de Formación, volvemos a encontrarnos, un mes más, con las Ventanas de Formación, con el objetivo de complementar la formación activa que la Vocalía propone para todos los cofrades con sus actividades durante todo el año. Un mes más, pero un mes esperado y ansiado, porque no es un mes más cualquiera de los doce de un año. Es un mes esperado de un año de 36 meses, porque esos son los meses que hacen que Nuestro Padre Jesús de la Piedad y María Santísima de la Estrella no pisan las calles de su barrio dominico, y las de toda Jaén, para bendecir con su presencia a los que tenemos la suerte de vivir en esta ciudad del Santo Rostro. Tras los peores momentos pandémicos, la normalidad en el mundo cofrade (aún con ciertos miramientos de seguridad sanitaria) se va a instalar en esta Semana Santa 2022. Los actos de la agenda cofrade de nuestra Hermandad Dominica y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Piedad, en su Sagrada Presentación al Pueblo, María Santísima de la Estrella, Nuestra Señora del Rosario y Santo Domingo de Guzmán, han recuperado su pulso.
Los ensayos de costaleros del paso de palio y de misterio, la entrega de papeletas de sitio han sido, son y serán los anunciadores del Traslado de M.ª Smª de la Estrella, el próximo 6 de abril a las 21:30, del Via Crucis de Jesús de la Piedad, el 7 de abril , a las 20:30, que culminarán con la Misa de Hermandad y Estación de Penitencia, el próximo 10 de abril, Domingo de Ramos.
SIGNIFICADOS:
Llega el momento culmen de la vida anual cofrade. La Estación de Penitencia o Procesión del Domingo de Ramos. Para ser rigurosos, la estación de penitencia es el nombre que se da a la procesión que las hermandades de Pasión realizan en Semana Santa por las calles, siempre y cuando durante su recorrido la cofradía haga visita (de aquí el término «estación») al menos a un templo. En caso de no producirse dicha estación, el término procesión de penitencia suele ser el más adecuado. Como bien sabemos, en Jaén no existe la posibilidad de visita a la Catedral, por lo que la procesión de penitencia discurre en su totalidad por las calles. ¿Pero qué es una procesión? Una procesión es un desfile religioso de personas que hacen un recorrido de un lugar a otro como muestra de su creencia y de su fe religiosa. Cualquier desfile procesional responde, sin más, al deseo humano de exteriorizar la fe y el culto con la dignidad y grandeza que merece como tal. Toda procesión despierta, por si misma, un gran interés popular, porque en ella desfila simbólicamente la sociedad misma. En sus filas están representados todos y cada uno de los estamentos e instituciones sociales: religiosas, políticas, militares, civiles, etc.
Lo de las procesiones no es cosa de ayer, ni siquiera del siglo XVI. Su espejo son las paradas militares (romanas por ejemplo) pero también las de tipo religioso en honor a los dioses, por ejemplo Diana. Las órdenes mendicantes medievales se propusieron exteriorizar la religiosidad, como por ejemplo realizando los autos sacramentales. Es el momento de sacar las imágenes sagradas fuera de los templos, cosa que gustó tanto como para ser munición antiprotestante tras Trento, porque sabido es como las procesiones de Semana Santa surgen a raíz del Concilio de Trento (1545) que potencia la imaginería sagrada al máximo, utilizándola como elemento representativo de la pastoral. Las hermandades penitenciales cobran un gran auge. Las procesiones de los siglos XV y XVI eran muy sobrias y se realizaban solo durante la madrugada del Jueves al Viernes Santo, momento cumbre de la Semana Santa. Cuando el rey Carlos III prohibió los disciplinantes, con sus autoflagelaciones, estas celebraciones quedaron reducidas a procesiones en las que los cofrades alumbraban con los cirios a las imágenes portadas por otros miembros de las cofradías y acompañadas por los cantos del clero. Costumbre que se conserva hoy en día.
Las cofradías organizan, con sus titulares, la puesta en escena según un ritual protocolario y ancestral. En general cuentan, por lo común, con dos pasos: el primero, dedicado a Cristo y el segundo a la Virgen. La salida del cortejo procesional, organizado con anterioridad, se inicia con la Cruz de guía, flanqueada por dos faroles. Es una cruz grande de metal o madera, plana en general aunque las hay de tipo arbóreo, ornamentada con labores de orfebrería o símbolos pasionarios y llevando en su extremo superior la iniciales “INRI” (Iesus Nazarenus Rex Juaorum). Tras ella, en silencio y en fila de dos, los hermanos que portan cirios o hermanos de luz que mantienen su anonimato (función que data del siglo XVII) a lo largo de todo el recorrido gracias a la túnica y el antifaz con capirote cuya altura es fijada por la hermandad. El cortejo se articula en varios tramos marcados por variadas y vistosas insignias que separan los distintos tramos. En ellos se encargan del orden y buen discurrir, los diputados , que itineran con sus palermos (bastón con el que dan la señal de parada o marcha a la comitiva) o varas, y cestas de mimbre donde llevan los útiles necesarios para encender los cirios. Acompañan al primer paso: el Senatus Populusque Romanus, S.P.Q.R., emblema del poder romano que dictó sentencia. Es un enseña de carácter histórico, no religioso, formado por un vástago rematado por el águila imperial, de cuya parte superior pende un banderín de tela bordada o de metal labrado; le siguen banderas, algunas de ellas recuerdan su vinculación con órdenes religiosas, e insignias propias de cada hermandad; Siguen las bocinas o trompetas cuya función es meramente decorativa siendo de metal plateado y repujado adornándose con paños bordados. En la antigüedad se utilizaban para dar la señal de parada o marcha de la comitiva y evocaban las tubas que precedían a los ejércitos romanos. Delante del paso se colocan los ciriales en número de cuatro o seis. Son pértigas de metal labrado donde se dispone, en su extremo superior, un cirio corto o codal, portados por acólitos dirigidos por el pertiguero. Aquí se sitúan también otros acólitos y servidores que, vestidos de librea, portan los incensarios y navetas. Por último, la presidencia con el Hermano Mayor y oficiales de la junta de gobierno que portan varas.
El paso de la Virgen es acompañado también por tramos de hermanos de luz o nazarenos, que pueden o no lucir capa sobre túnica. Túnica que puede ser simple o de cola. Ahora, abre camino la Cruz Parroquial o manguilla entre ciriales y colocada en el centro de la procesión, si la cofradía tiene un solo paso. Se trata de una pértiga rematada por un crucifijo al que también puede añadir a su vez un paño oscuro. Luego pasa el Sine Labe o Simpecado, la insignia mariana por excelencia que, en algunas ocasiones, son dos insignias diferentes. El Simpecado se impone, poco a poco, a imitación de la cofradía del Silencio de Sevilla, que lo consagró como recordatorio perenne del voto concepcionista de 29 de septiembre de 1.615.
A continuación el Libro de Reglas o Estatutos, donde se recogen los estatutos por los que se rige la hermandad. Suele ir encuadernado en terciopelo con cantoneras y el escudo de metal, aunque sus guardas pueden ser confeccionadas de orfebrería. Su presencia es un recuerdo de los antiguos conflictos en que entraban las distintas cofradías y para acreditar la antigüedad de cada una de ellas y por consiguiente el derecho a pasar antes que otras. El Estandarte o Pendón, símbolo de la corporación, es una bandera plegada donde figura el blasón de la cofradía que se recoge sobre un asta rematada por una cruz. Presidencia, Ciriales, incensarios, bocinas acompañan al paso de palio en su delantera. Por último, cierra el desfile, la banda de música.
EVANGELIOS DEL MES DE FEBRERO
Evangelio: Juan (8,1-11): El Dios de la dignidad de los pequeños
El pasaje de la mujer adúltera, es una pieza maestra de la vida; es una lección que nos revela de nuevo por qué Pablo hablaba así al haber conocido al Señor. Porque, aunque el Apóstol se refería al Señor resucitado, en ese Señor estaba bien presente este Jesús de Nazaret del pasaje evangélico. El libro del Levítico dice: si adultera un hombre con la mujer de su prójimo, hombre y mujer adúlteros serán castigados con la muerte (Lv 20,10); y el Deuteronomio, por su parte, exige: los llevaréis a los dos a las puertas de la ciudad y los lapidaréis hasta matarlos (Dt 22,24). Estas eran las penas establecidas por la Ley. No tendríamos que dudar de que Dios esto no lo ha exigido nunca, sino que la cultura de la época impuso estos castigos como exigencias morales. Jesús no puede estar de acuerdo con ello: ni con las leyes de lapidación y muerte, ni con la ignominia de que solamente el ser más débil tenga que pagar públicamente. La lectura “profética” que Jesús hace de la ley pone en evidencia una religión y una moral sin corazón y sin entrañas. No mandó Jesús buscar al “compañero” para que juntos pagaran. Lo que indigna a Jesús es la “dureza” de corazón de los fuertes oculta en el puritanismo de aplicar una ley tan injusta como inhumana.
¿Qué significa “el que esté libre de pecado tire la primera piedra”? ¿Por qué reacciona Jesús así? No podemos imaginar que los que llevan a la mujer son todos malos o incluso adúlteros. ¡No es eso! Pero sí pecadores de una u otra forma. Entonces, si todos somos pecadores, ¿por qué no somos más humanos al juzgar a los demás? No es una cuestión de que hay pecados y pecados. Esto es verdad. Pero por muy simple que sea nuestro pecado todos queremos perdón y misericordia. Esto debería ya ser una conquista absoluta de la humanidad.
DOMINGO DE RAMOS: En la Eucaristía que celebramos la bendición de la Palmas y Olivo conmemorando la entrada de Jesús en Jerusalén. Posteriormente y ya en la Eucaristía, La liturgia de la Palabra del Domingo de Ramos nos trae cada año, como elemento principal, la lectura del relato de la Pasión de uno de los Evangelios sinópticos recordándonos que la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte se ha conseguido a través de su entrega amorosa hasta dar la vida.
JUEVES SANTO: En este día se instituye la Eucaristía que se prolonga en el “monumento” que se vela al Señor toda la noche hasta el Viernes Santo. También celebramos la Última Cena en la que Jesús ofreció, con el Pan y el Vino, su Cuerpo y su Sangre al Padre, y nos mandó perpetuar esta ofrenda en conmemoración suya. En este día se celebra el Mandamiento Nuevo en el signo del lavatorio de los pies que podemos considerarla como expresión de esa misma entrega como servicio a Dios y a los hermanos y la institución del Sacerdocio Ministerial.
TRIDUO PASCUAL: Se conoce como Triduo Pascual a los tres días en que los católicos celebran la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, comprende los siguientes días:
VIERNES SANTO: Celebramos la Pasión y Muerte, Liturgia de la palabra y se realiza la lectura de la Pasión. Oración Universal y se realiza la adoración de la Cruz y el rezo de la Comunión (único día del año en que no se celebra Eucaristía). En este día se comulga con el Señor Reservado en el “monumento”
SÁBADO SANTO (VIGILIA PASCUAL): En este día se adora la Cruz desnuda. El altar desnudo simboliza el sepulcro de Jesús. La Iglesia en silencio ora y espera la Resurrección. El sábado es día de meditación y de reposo, de paz y de descanso, sin misa ni comunión. Está constituida por una larga celebración de la palabra que acaba con la eucaristía. Se inicia el acto con una hoguera. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.
a) La liturgia de la luz
Se desarrolla de noche, fuera del templo, en torno al cirio, símbolo de Cristo, al que siguen los bautizados con sus velas encendidas.
b) La liturgia de la palabra
En esta segunda parte se describe la historia de la salvación. Son fundamentales las lecturas del Génesis (creación), Éxodo (liberación de Egipto), Profetas (habrá una nueva liberación) y Evangelio (proclama de la resurrección).
c) La liturgia del agua
La tercera parte celebra el nuevo nacimiento. Se desarrolla especialmente cuando hay bautismos, sobre todo de adultos.
d) La liturgia eucarística
La eucaristía es la cumbre de la vigilia. Los recién bautizados participan activamente en la oración universal, procesión de ofrendas y comunión.
Este día termina en alborozo por la noche, porque Jesús resucitó y el sonar de las campanas de las distintas iglesias de la ciudad.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN: El Domingo de Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para todos los católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda nuestra religión. Cristo triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo. En la Misa dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría. Cuando celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte.
Evangelio (Jn 20,1-9): El amor vence a la muerte: la experiencia del discípulo verdadero
El texto de Juan, que todos los años se proclama en este día de la Pascua, nos propone acompañar a María Magdalena al sepulcro, que es todo un símbolo de la muerte y de su silencio humano; nos insinúa el asombro y la perplejidad de que el Señor no está en el sepulcro; no puede estar allí quien ha entregado la vida para siempre. En el sepulcro no hay vida, y Él se había presentado como la resurrección y la vida (Jn 11,25). María Magdalena descubre la resurrección, pero no la puede interpretar todavía. En Juan esto es caprichoso, por el simbolismo de ofrecer una primacía al *discípulo amado+ y a Pedro. Pero no olvidemos que ella recibirá en el mismo texto de Jn 20,11ss una misión extraordinaria, aunque pasando por un proceso de no “ver” ya a Jesús resucitado como el Jesús que había conocido, sino “reconociéndolo” de otra manera más íntima y personal. Pero esta mujer, desde luego, es testigo de la resurrección.
Lectura (Jn 20, 19-31): ¡Señor mío! La resurrección se cree, no se prueba
El texto es muy sencillo, tiene dos partes que se inician con la misma indicación sobre los discípulos reunidos y en ambas Jesús se presenta con el saludo de la paz. Las apariciones, pues, son un encuentro nuevo de Jesús resucitado que no podemos entender como una vuelta a esta vida. Los signos de las puertas cerradas por miedo a los judíos y cómo Jesús las atraviesa, “dan que pensar”. La “verdad” del texto que se nos propone, no es una verdad objetivable, empírica o física. Vivimos en un mundo cultural distinto, y aunque la fe es la misma, la interpretación debe proponerse con más creatividad.
El “soplo” sobre los discípulos recuerda acciones bíblicas que nos hablan de la nueva creación, de la vida nueva, por medio del Espíritu. El espíritu del Señor Resucitado inicia un mundo nuevo, y con el envío de los discípulos a la misión se inaugura un nuevo Israel que cree en Cristo y testimonia la verdad de la resurrección. El Israel viejo, al que temen los discípulos, está fuera de donde se reúnen los discípulos (si bien éstos tienen las puertas cerradas). Será el Espíritu del resucitado el que rompa esas barreras y abra esas puertas para la misión. En Juan, “Pentecostés” es una consecuencia inmediata de la resurrección del Señor.
La figura de Tomás es solamente una actitud de “anti-resurrección”; nos quiere presentar las dificultades a que nuestra fe está expuesta; es como quien quiere probar la realidad de la resurrección como si se tratara de una vuelta a esta vida. Tomás, uno de los Doce, debe enfrentarse con el misterio de la resurrección de Jesús desde sus seguridades humanas y desde su soledad, porque no estaba con los discípulos en aquel momento en que Jesús, después de la resurrección, se les hizo presente, para mostrarse como el Viviente. La fe, vivida desde el personalismo, está expuesta a mayores dificultades. Desde ahí no hay camino alguno para ver que Dios resucita y salva. Tomás no se fía de la palabra de sus hermanos; quiere creer desde él mismo, desde sus posibilidades, desde su misma debilidad.
Os deseo provechosa y fraternal Semana Santa…..