VENTANA DE FORMACIÓN Nº 62. DICIEMBRE 2022
Señor de la Piedad, que en Belén te hiciste hombre a tu propia imagen y semejanza, bendícenos como Divino Niño Jesús y aléjanos del pecado.
Estrella, que en Belén fuiste espejo de madre, ruega por nosotros sin cesar, para que nunca dejemos de ser ese pequeño bebé que vino a salvar al mundo. alvar al mundo.
Desde la Vocalía de Formación, volvemos a encontrarnos un mes más con las Ventanas de Formación, con el objetivo de complementar la formación activa que la Vocalía propone para todos los cofrades con sus actividades durante todo el año. En esta ocasión, el mes de diciembre es, sin duda, uno de los más esperados, destacados y celebrados de todo el año litúrgico. Nuestra hermandad inicia con la ilusión de siempre estas fechas tan señaladas. Sin olvidar el carácter festivo de esta época, se organiza, como viene siendo habitual en estos últimos años, uno de los actos más esperados, la Zambomba de Navidad en la Casa Hermandad, el 17 de diciembre a partir de las 20:00 horas, en esta ocasión con la actuación del grupo flamenco «Son de vida». La tradicional Misa del Gallo, el 24 diciembre, se celebrará a las 20:00 horas en la Iglesia de la Purísima Concepción.
Significados:
Historia de Papá Noel
En esta época navideña son recurrentes las tradiciones. Una de ellas es la de Papá Noel, que ha tomado protagonismo en esta última época. ¿Pero cuál es su origen? Y además, ¿Santa Claus o Papá Noel? ¿Cuál es el nombre correcto?
La leyenda de Santa Claus se basa en la figura del obispo cristiano de origen griego, Nicolás de Bari, que vivió en el siglo IV en Anatolia, en la actual Turquía. Era una de las personas más veneradas por los cristianos de la Edad Media, del que aún hoy se conservan sus reliquias en la basílica de San Nicolás de Bari, Italia. Al morir sus padres, repartió toda su fortuna entre los pobres y se fue a vivir a Mira (Anatolia), donde sería consagrado obispo de una forma muy curiosa. Dice la leyenda que varios sacerdotes y obispos se encontraban discutiendo sobre quién sería el futuro obispo, pues el anterior había fallecido. Al no ponerse de acuerdo, se decidió que fuera el próximo sacerdote que entrase en el templo, que casualmente fue Nicolás de Bari.
Son muchos los milagros que se le atribuyen. Entre ellos, el de haber resucitado por su intercesión a tres niños que habían caído de un árbol y muerto al instante. También se le atribuye el milagro de los tres niños sacrificados para dar de comer a los clientes de un hostelero, siendo devueltos a la vida por intercesión del santo. Su relación con los niños nace en estas historias, como otro también, que indica que alguien acuchilló a varios niños. Entonces el santo rezó por ellos y obtuvo su curación casi inmediata. Por otro lado, su mítica fama de repartidor de obsequios se basa en otra historia que cuenta que un empobrecido hombre padre de tres hijas no podía casarlas por no tener la dote necesaria. Al carecer las muchachas de la dote, parecían condenadas a ser «solteronas». Enterado de esto, Nicolás le entregó, al obtener la edad de casarse, una bolsa llena de monedas de oro a cada una de ellas. Se cuenta que todo esto fue hecho en secreto por el sacerdote, quien entraba por una ventana y ponía la bolsa de oro dentro de los calcetines de las niñas, que colgaban sobre la chimenea para secarlos.
San Nicolás entró por primera vez en la cultura popular estadounidense a finales del siglo XVIII en Nueva York, cuando las familias holandesas se reunieron para honrar el aniversario de la muerte de ‘Sint Nikolaas’, ‘Sinter Klaas’ para abreviar, los angloparlantes lo transformaron en ‘Santa Claus’. En 1822, el ministro episcopal Clement Clarke Moore escribió un poema navideño titulado ‘An Account of a Visit from St. Nicholas’, en el que se representaba a Santa Claus como un hombre alegre que vuela de casa en casa en un trineo conducido por renos para entregar juguetes. Posteriormente, en 1881, el caricaturista Thomas Nast se basó en este poema para crear la versión que conocemos de Santa Claus: un hombre vestido de rojo con una barba blanca.
En cuanto al nombre, tanto Santa Claus como Papá Noel son correctos. El primero es más utilizado por aquellos que hablan inglés; mientras que el segundo es más utilizado por quienes hablan español. Sea como sea, que Santa Claus (o San Nicolás) os conceda algún obsequio.
EVANGELIOS DEL MES DE DICIEMBRE
La lectura del evangelio del primer domingo es del santo evangelio según san Mateo 11, 2-11
Este evangelio viene a ser como el colofón de todos estos planteamientos proféticos que se nos piden. Sabemos que Jesús era especialmente aficionado al profeta Isaías; sus oráculos le gustaban y, sin duda, los usaba en sus imágenes para hablar de la llegada del Reino de Dios. Mateo (que es el que más cita el Antiguo Testamento), en el texto de hoy nos ofrece una cita de Is. 35,5s (primera lectura de hoy) para describir lo que Jesús hace. Es muy posible que en esta escena se refleje una historia real, no de enfrentamiento entre Juan y Jesús, pero sí de puntos de vista distintos. El reino de Dios no llega avasallando, sino que, como se refleja en numerosas parábolas, es como una semilla que crece misteriosamente, pero está ahí creciendo. El labrador lo sabe y Jesús es como el «labrador» del reino que anuncia.
El evangelista Mateo ha resaltado que Juan, en la cárcel, fue informado de las obras del Mesías. Y por eso recibe una respuesta propia del Mesías. El Bautista, hombre de Antiguo Testamento, está desconcertado porque tenía puestas sus esperanzas en Jesús, pero parece como si las cosas no fueran lo deprisa que los apocalípticos desean. Jesús le dice que está llevando a cabo lo que se anuncia. Jesús está haciendo todo lo posible para que los ciegos de todas las cegueras vean; que todos los enfermos de todas las enfermedades contagiosas del cuerpo y el alma queden limpios y no destruidos y abandonados a su suerte. El reino que anuncia, y al que dedica su vida, tiene unas connotaciones muy particulares, algunas de las cuales van más allá de lo que los profetas pidieron y anunciaron. Finalmente añade una cosa decisiva: ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí! Ésa es la diferencia con Juan; porque entre Jesús y Juan se dan diferencias radicales: uno anuncia el juicio que destruye el mal (como los buenos apocalípticos) y el otro (como buen profeta) propone soluciones. Nosotros hemos tenido la suerte de nacer después de Juan y haber escuchado las palabras liberadoras del profeta Jesús.
Este segundo domingo nos adentraremos en la lectura del santo evangelio según san Juan 1, 18-24: La Palabra humana de Dios
El evangelio es una de las páginas más gloriosas, profundas y teológicas que se hayan escrito para decir algo de lo que es Dios, de lo que es Jesucristo, y de lo que es el hecho de la encarnación, en esa expresión inaudita de el “Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. La encarnación se expresa mediante lo más profundo que Dios tiene: su Palabra. El evangelio de Juan, pues, no dispone de una tradición como la de Lucas para hablarnos de la anunciación y del nacimiento de Jesús, pero ha podido introducirse teológicamente en esos misterios mediante su teología de la Palabra. Jesús, pues, también se ha encarnado para hacer nuestra palabra (que expresa nuestros sentimientos y pensamientos, nuestro yo más profundo, lo que sale del corazón) una palabra de luz y de misericordia; de perdón y de acogida. El ha puesto su tienda entre nosotros… para ser nuestro confidente de Dios.
DIOS Y EL VERBO: Es la primera enseñanza de este himno. Quizás el prólogo nació en la celebración del culto. Sería como una especie de credo de la comunidad en la que vive Juan. Dios y su Palabra. Verbo = PALABRA. Posteriormente, en una imagen semejante, casi se personifica esta fuerza de Dios bajo el nombre de SABIDURÍA. La Sabiduría es la que ha creado “con” Dios todas las cosas Dios no está cerrado en Él mismo, sino que se pluraliza.
SOBRE LA ENCARNACIÓN: En estos versos se encierra todo el evangelio de Juan: la teología de la Encarnación. ¿Qué es esto? Es la reflexión que Juan ha hecho sobre Cristo. Se parte de un principio: Cristo-Jesús es la Palabra de Dios. Dios no se ha quedado en el cielo, sino que se ha hecho hombre y ha venido al mundo. Nosotros creemos en el Dios más humano que se ha podido imaginar en toda la historia de la religiones. La Palabra ha venido a “lo suyo”, a lo que había creado. Pero lo suyo no la ha recibido. Este es el drama de la Encarnación: la lucha entre la luz y las tinieblas que recorre todo el cuarto evangelio. La palabra no solamente se ha hecho carne, sino que se ha introducido en el misterio del pecado del mundo. Nosotros sólo podemos conocer a Dios por Jesús que nos lo ha revelado, ya que Jesús es el Hijo y el Hijo es la Palabra y la Palabra estaba desde el principio en Dios y Él mismo es Dios. Desde ahora, los cristianos hemos de saber que, para conocer a Dios, primero hemos de conocer a Jesús: cómo vive y cómo actúa. Ser cristiano es reconocer, en el acontecimiento histórico de Jesús, en este hombre de nuestra carne, tan próximo, tan fraternal, el rostro, la Palabra y la gloria de Dios: *quien me ha visto a mi ha visto al Padre”
SOBRE LA FE: Todo esto que hemos expuesto no puede ser entendido sino por la fe. Deberíamos dejar el prólogo para el final del año litúrgico, porque después de conocer a Jesús y haber escuchado su palabra, nosotros nos decidimos por Él y creemos en Dios. Pero se ha de asumir el riesgo de la fe y aceptar así a Jesús y a Dios, de primeras. También porque, a pesar de todo, la fe es un don de Dios y debemos pedirle a Él que nos la dé y nos la fortalezca. Pero la fe en estos versos no se nos presenta en forma de creencia en verdades, sino en forma de vida: porque nos hace hijos de Dios. Es un tema que recorre todo el Evangelio de Juan.
Felices Fiestas, Feliz Año Nuevo y un fraternal saludo en el Señor.